Se está remodelando el mundo, esa vieja naranja mecánica, pero nadie sabe bien adónde vamos. Hierven los movimientos geopolíticos, estratégicos, financieros y demás. Luego está lo de quién ganará la carrera del bitcoin, de la Luna, de la IA y de las tierras raras. El nuevo orden, o desorden, planetario muestra sus colmillos y por eso hay nostalgia hasta de “El mundo perdido”. Muy original en ese ramo literario fue “The lost world”, novela que escribió Conan Doyle en 1912. Su obra no se sitúa en los clásicos lugares aún remotos; selvas, hielos, desiertos, islas fantásticas. El escritor escocés encuentra las mesetas que coronan los tepuyes o montañas de la Guayana. Como Roraima, en la frontera entre Venezuela y Brasil, donde parece que arriba no debe de haber nada y otra vez empieza el mundo. Abajo corren los ríos de la selva, pero Conan Doyle se fija en la extraña cima de su tepuy, lleno de grietas como cañones, y de espacios gigantescos con nuevos vegetales, minerales y animales. Hay hasta homínidos, pero vivos. Y algún que otro lagarto jurásico. El profesor Challenger no dice “Elemental, querido Watson”, como Sherlock Holmes. Su nuevo mundo perdido tiene otras referencias, como si se tratara de un trozo del espacio exterior, o quizás de una inesperada burbuja volcánica, o de una región oceánica abisal. Ahí arriba no se ha seguido ni la Historia ni la Evolución, ni la Física cuántica. Allí había que volver a pensar todo, como se supone que lo harán los supervivientes a una tercera guerra mundial. O, si ojalá eso no llega, los náufragos de los variados conflictos actuales.
Blog de Luis Pancorbo
viernes, 7 de marzo de 2025
sábado, 8 de febrero de 2025
SANSÓN EN GAZA
A lo mejor Musk llega antes a Marte que Trump consigue construir en Gaza la Riviera del Próximo Oriente. Pero ahora lo que se ve en Gaza es nada. Aldous Huxley escribió una gran novela “Ciego en Gaza” en 1936, un buen año para recordar devastación. El título no es extraño. Huxley lo tomó de Milton, quien escribió en 1671 “Samson Agonistes”, un poema dramático añadido a su “Paraíso reconquistado”. El indiscutible héroe de Gaza fue el pobre Sansón, y allí fue donde Dalila le cortó el pelo, y con ello la fuerza. Encima los filisteos le sacaron los ojos. Y con todo un encadenado Sansón abatió las columnas del templo y así aplastó a los filisteos. Una buena historia que rebota. Aldous Huxley en su novela “Ciego en Gaza” (Eyeless in Gaza”) también creó personajes que se sentían como en un mundo terminal, o de entreguerras. Además en aquella Gaza no había soma, la droga que da la aparente felicidad en el huxleyano “Un nundo feliz” (1932). Ahora Gaza es polvo sobre polvo para anunciar un bonito futuro, tan dorado como los aros de cebolla.
martes, 14 de enero de 2025
LLEGA LA MIRLA BLANCA
Arranca el año y en España seguimos esperando al mirlo blanco. No se sabe bien qué es o quién es. Por Italia en materia de sueños calendáricos esperan a la mirla blanca, y especialmente a la que marca los tres últimos días de enero, el 29, 30 y 31. Esos son “i giorni della merla”. Y los más fríos del año, al menos antes. Vienen a ser un poco las cabañuelas españolas, o como el pronóstico de la marmota Phil. Podrían ser también los días más fríos del año, aunque sin dejar de anunciar una primavera anticipada. O al revés. Con el cambio climático no es muy seguro que la mirla blanca traiga consejo. Además es un cuento, más bien del norte de Italia, de cuando una mirla de plumaje níveo para salvarse, y a su prole, se refugió en una chimenea y sus plumas se tiznaron para siempre. Quién sabe cuándo volverá una mirla de buen augurio y tan blanca, ya puestos, como la nieve de Groenlandia.
jueves, 5 de diciembre de 2024
Y LA NAVE VA
Y así se va el año de la riada. Fellini contó a su modo el mundo en su película E la nave va (1983). Esa nave simboliza, entre otras cosas, una Europa a punto de naufragar en puertas de la Primera Guerra Mundial. Es pura poesía visual, ironía, y ópera con pasajes presagiosos, como lo que canta Banco: “Oh qual orrenda nottte” del Macbeth de Verdi. Vaya villancico. Salen en el film aristócratas melancólicos del Imperio Austrohúngaro (muletilla u obsesión de Berlanga). Esa vieja casta va a hundirse, pero al final sobrevive en una chalupa. También escapan los balcánicos que van a bordo, pobres y hasta revolucionarios. Otra vez ricos y pobres compartiendo el abismo a la fuerza. Ahora suenan también campanas de guerra, con drones y misiles limpios. Algunos avisan de que si hay una tercera guerra mundial ya no habrá una cuarta. Pero no hay que desanimarse: España produce turrón no sólo riadas legendarias. Siempre hay una luz, aunque no sea la de la película de Fellini. La última escena es la del periodista Orlando, superviviente a todo, y remando en una barca en medo del mar vacío. Orlando mira a cámara y dice; ¿Sabíais que el rinoceronte da una óptima leche?”. Fellini nunca quiso explicarlo.
viernes, 8 de noviembre de 2024
EL MANTO ROJO
Un terrible
manto de barro sigue cubriendo la tragedia de Valencia. La culpa es del cielo. Este lunes 11 de
noviembre empieza el verano de San Martino, “cuando todo mosto se convierte en
vino”, como dicen en Italia. Martin de Tours era un soldado romano en la Galia
que partió su capa con la espada para que se resguardara un mendigo de una gran
lluvia. El milagro fue que así paró el temporal y desde entonces, envuelto en
los pliegues del clima, se celebra esta vuelta atrás del tiempo. Un indian
summer, en otros sitios. En Dinamarca
eso es más difícil, pero ese país acaba de devolver a Brasil el fabuloso manto
rojo de los indios tupinambás. Es una restitución,
y no de justicia poética. Se trata de una importante pieza ritual que fue sacado
de Brasil hacia Portugal y acabó en el Museo Nacional de Dinamarca. Un viaje
colonial y crematístico de hace medio milenio. La capa está hecha con cuatro
mil plumas de ibis escarlatas. Al
recibirlo Lula, el presidente brasileño, en el Museo Nacional de Río de
Janeiro, lo ha dicho: “Para nosotros es una obra de arte. Para los tupinambás
es una entidad”. Valores que a veces, por fortuna, se rescatan de la riada de
los tiempos.
jueves, 17 de octubre de 2024
INVOLUCIÓN, EVOLUCIÓN
Se diría que
nuestro tiempo es más de involución. Al menos involucionamos con las dos
guerras abiertas en el planeta. Y con ese irrefrenable deseo de emigrar y mejorar
que tiene buena parte del mundo sumido hace siglos en las diversas escalas de
la pobreza y la desigualdad. ¿Cómo osan molestarnos? ¿No ven, como Elon Musk, y
algún que otro líder mundial, que vamos hacia las estrellas?
Un
arqueólogo de Cambridge, que trabaja desde hace años en las excavaciones de
Oued Beht, vuelve a poner un punto de esperanza, aunque sea retrocediendo cinco
mil años. En ese rincón del Atlas Medio marroquí florecía una sociedad agrícola
y ganadera, cuya existencia nadie preveía. ¿Un vergel en el Neolítico? ¿Y en un
lugar de África tan lejos del Nilo? Lo que aún no se sabe es a quién adoraban
allí y cómo se regían.