domingo, 21 de enero de 2018

EL AÑO DEL CANSANCIO

Parece que España ha entrado en el año del cansancio. Y el tema de Cataluña cataliza ese
sentimiento, el más vulgar. ¿Cómo ha de cansar una cuestión tan grave y sentida? Sin embargo abundan quienes dicen que no pueden más de las noticias que eso genera, así como no son pocos quienes dicen no poder más de que no se les  comprenda al otro lado del Ebro. Y así resurge y se enquista el inveterado cansancio español, algo que no se manifiesta por ejemplo en los torneos de fútbol, ni en la mancha de aceite de la corrupción, ni en las fiestas patronales, ni en el deseo de unos puentes infinitos, previos a las vacaciones perennes. El cansancio genera sueño secular, ausencia de crítica y mucha falta de estima propia y mutua. No era así hace más de un siglo cuando el sentimiento de diferencia, incluso de separación, estaban tan incubados como ahora, y sin embargo había inteligencia en el dialogo. Los mejores escritores e intelectuales españoles viajaban a Cataluña, tenían amigos catalanes, admiraban la cultura, lengua y maneras catalanas. Y había una naturalidad y un respeto sentido por la diferencia. Fue el caso de Unamuno, de Pérez Galdós, de tantos.  Sotelo Vázquez recuerda en "Viajeros en Barcelona"(2005) que Azorín  lo tenía claro considerando a Cataluña, en un juvenil artículo suyo en El Progreso"...tierra de  grandes alientos e iniciativas, donde se siente la belleza y se trabaja por la justicia". Ahora en cambio gana el cansancio.


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