Primero queman la Amazonia, en grandes proporciones por ejemplo en Brasil. Luego llevan un proyecto de ley a su Congreso para dedicar inmensas cantidades de selva a explotaciones mineras y agropecuarias. Pero de forma legal, claro. El Presidente Bolsonaro ya ha dicho que los indios "...tienen corazón, tienen sentimiento, sob brasileños...". Lástima que no hayan evolucionado tanto como los demás brasileños. Las comunidades indígenas, la tribus originarias, serán compensadas po el expolio, o sea, que tienen por delante su destrucción como pueblos, como culturas y, si sobreviven, la miseria de una tierra quemada. Otro evangélico co como Ricardo Lopes Dias, que dirige la FUNAI, Fundación Nacional del Indio, también tiene claro, como el Presidente del Brasil, que los indios, y especialmente los aislados, es decir, los que no están en contacto permanente con otros grupos humanos, han de entrar por el aro del poder, de su visión cristiana y cultural y economicista. Este globo no está ya para pamemas y, como dice Bolsonaro, los ecologistas pues que se vayan a vivir a la selva si tanto les gusta. A por ellos.
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