viernes, 19 de abril de 2024

VUELVE EL CAPITÁN NEMO

 

Muchos pueblos han acuñado en su imaginario una guerra que ganan. O si no idean héroes culturales, y guerreros míticos que originan orgullo étnico, y a veces nacional, a partir de victorias o, en su defecto, de relatos hinchados. Los indígenas yanomamis de la Orinoquia alentaban mucho la figura de sus waiteri, hombres duchos en la batalla. Pero todo eso y más reposa en los anaqueles del tiempo, mientras nuestra época se llena de una especie de psicosis de guerra generalizada. No se sabe quién es el enemigo, salvo que no lo sea el encarnado por las propias bombas, ente ellas las nucleares. Las guerras abiertas en este momento parecen insignificantes si no llevan algo atómico. Es como mentar el Armagedón y comerse un helado de vainilla. Y eso será porque hay interés en presionar a los habitantes de este planeta con la amenaza de lo que va a venir. Hay que armarse como si no fueran suficientes, además de los parques atómicos, los miisiles intercontinentales, hipersónicos, y hasta hiperbáricos, los que donde explotan derriten todo. Y por supuesto no es suficiente la Inteligencia Artificial que selecciona objetivos, o sea víctimas, y que, cuando se alcanzan, nadie tiene la culpa. A un robot no se le puede juzgar ni vale la pena meterlo en la cárcel, ya está dentro de ella. Pues bien, además de por tierra y por aire, y por el espacio, ahora los drones invanden el océano. Son los UUV, (Vehículoss subarinos no tripulados) que podrían destruir los sistemas productivos y nerviosos de medio mundo. Desde tuberías de gas y petróleo a esos cables que llevan el internet bajo las aguas. Y los datos, la desconocida “nube” submarina donde reina el nuevo capitán Nemo.

 

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