sábado, 8 de febrero de 2025

SANSÓN EN GAZA

A lo mejor Musk llega antes a Marte que Trump consigue construir en Gaza la Riviera del Próximo Oriente. Pero ahora lo que se ve en Gaza es nada. Aldous Huxley escribió una gran novela “Ciego en Gaza” en 1936, un buen año para recordar devastación. El título no es extraño. Huxley lo tomó de Milton, quien escribió en 1671 “Samson Agonistes”, un poema dramático añadido a su “Paraíso reconquistado”. El indiscutible héroe de Gaza fue el pobre Sansón, y allí fue donde Dalila le cortó el pelo, y con ello la fuerza. Encima los filisteos le sacaron los ojos. Y con todo un encadenado Sansón abatió las columnas del templo y así aplastó a los filisteos. Una buena historia que rebota. Aldous Huxley en su novela “Ciego en Gaza” (Eyeless in Gaza”) también creó personajes que se sentían como en un mundo terminal, o de entreguerras. Además en aquella Gaza no había soma, la droga que da la aparente felicidad en el huxleyano “Un nundo feliz” (1932). Ahora Gaza es polvo sobre polvo para anunciar un bonito futuro, tan dorado como los aros de cebolla.

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4 comentarios:

PF dijo...

Buenas tardes:

Pues si que deberán darse prisa para llegar a Marte antes de que, en 2032, el asteroide 2024 YR4 choque contra la Tierra, o eso es uno de los futuros apocalípticos de estos días. Al menos espero que nos quede disfrutar del eclipse solar del 12 de agosto de 2026, y que parece se verá, si las nubes lo permiten, en España. Ya decía Churchill: “Construir puede ser la tarea lenta y laboriosa de años. Destruir puede ser el acto irreflexivo de un solo día”.

Hay una leyenda de Llanes que se titula “un señor muy rico”, por lo visto este señor, tenía la costumbre de apropiarse poco a poco de una parte de las tierras de sus colindantes, para lo cual corría hacia ellas los mojones que dividían las propiedades.
Al señor le llegó la hora y murió. Y al poco tiempo, los vecinos vieron que una luz recorría todas las noches las divisorias de las tierras del señor y se detenía sobre los mojones, y acordaron que el más valiente del pueblo fuera a ver lo que significaba aquella aparición.
- El vecino designado se acercó a la luz y dijo: ¡En nombre de Dios !: ¿qué te hace falta?
- ¡Gracias porque os apiadáis de mí! Ya que viniste, quiero que me ayudes a colocar estos mojones en su verdadero sitio, pero no mires hacia atrás mientras estés conmigo.
Cuando colocaron el último mojón, la luz desapareció. Y el vecino murió la noche que se cumplió el año que habló con la aparición.


Huxley escribió que “siempre hay más de lo que ves, hay más de lo que se puede imaginar.”, eso es quizás lo que debemos esperar, que nuestras mentes no dejen nunca de pensar y, aunque de vez en cuando, nos demos de bruces con el espejo, con que lo atravesemos una vez, siempre habrá merecido la pena.

Un saludo.
Patricia

B Fernandez dijo...

Nuevamente ilusiones, libertades y certezas parecen confundirse a la manera que describe Spinoza «…Si los hombres no tuviesen experiencia de que hacemos muchas cosas de que después nos arrepentimos, y de que a menudo, cuando hay en nosotros conflicto entre afectos contrarios, reconocemos lo que es mejor y hacemos lo que es peor, nada impediría que creyesen que lo hacemos todo libremente… De modo que la experiencia misma, no menos claramente que la razón, enseña que los hombres creen ser libres sólo a causa de que son conscientes de sus acciones, e ignorantes de las causas que las determinan, y, además porque las decisiones del alma no son otra cosa que los apetitos mismos.»

Ahora ya no quedan en el planeta selvas por descubrir, pero el corazón de las tinieblas continúa rugiendo «…No eran enemigos, no eran criminales, no eran nada terrenal, sólo sombras negras de enfermedad y agotamiento, que yacían confusamente en la tiniebla verdosa…» Bajo estas premisas, la cosificación es fácil y lo que viene es previsible. Aunque a veces sucede lo que le paso a Dorothy cuando retira la cortina y pone al descubierto, no al omnisciente, todopoderoso mago, sino a un hombrecillo temeroso inspirando miedo con humo y espejos.

Pascal nos advertía: «…Corremos despreocupadamente hacia el precipicio, una vez que hemos puesto ante nosotros algo que nos impida verlo…» En muchas ocasiones nos impedimos ver el precipicio, en otras nos ayudan activamente a que no lo veamos, como el mago de Dorothy, en todo caso, esperemos que la miopía no nos impida verlo.

Un saludo,
Benito Fernández

Luis Pancorbo dijo...

Me haces recordar, Benito, a tu tocayo Baruch.En la casa donde más vivió no sólo pensaba, como pocos lo han logrado, sino que se ganaba la vida esmerilando lentes. No era un trabajo inocuo y le afectó la vista. Su tumba en La Haya es un recuerdo imborrable para mi. Respecto a Conrad la forma en que describe la tiniebla verdosa de la selva es algo tan cierto, y tan poco evidente de definir así, que por eso consiguió poner en un plano descriptivo imbatible lo que supone una tierra y una gente desalmadas. Ahora el Congo ya no se llama belga, pero el señor Kurtz sigue tan campante por el mundo, con su móvil y sus gafas para no ver el sol.
Un abrazo
L.

Luis Pancorbo dijo...

Tal vez nuestro mayor problema no sea el asteroide que nos puede embestir con menos de un 2% de posibiidades.El problema es el asteroide que tenemnos instalado en los corazones modernos. Como bien dices, Patricia, si consiguiésemos atravesar el espejo al menos una vez habrá merecido la pena. Huxley y hasta Milton lo consiguieron: ambos eran ciegos y escribieron cosas que estaban al otro lado. Ellos -otros ciegos en Gaza- dieron la vuelta a la luz.
No todo es uno por uno es uno. Un abrazo
L.