El apagón, aún no bien aclarado, y aún menos iluminado, puede
colear. Como las historias que hacen mella. Se cumplen los ochenta años de “Rebelión
en la granja”, novela publicada por George Orwell en 1945. Una sutil sátira que
no sólo se puede leer en clave anti-comunista, sino también anti-fascista. Y
anti todas las formas de tomar el poder y disfrutarlo a placer. Ya se sabe: en
la granja de Orwell el granjero Jones un buen día es derrocado y los animales
se apoderan de todo. Enseguida los cerdos escalan posiciones y finalmente su
líder, llamado Napoleón, se erige en dictador con la excusa sublime de que “Todos
los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”. Los
cerdos, en aquel caso, y en otros, ganan. ¿Es una cuestión política? Sí, pero
de modo secundario. Es una cuestión antropológica. Hace siempre que el poder
corrompe, y más si es absoluto. La naturaleza humana -o porcina- quiere comer
bien, sentarse en una buena butaca, y no trabajar con las pezuñas en el lodazal.
Sus altos miembros directivos van perfumados como seres superiores a los que
los demás deben pleitesía sin rechistar. Y por eso “Animal Farm” se lee
de un tirón desde hace ochenta años, Menos cuando hay apagones y no tenemos
velas ni linternas a mano. Pero desde luego los apagones son tan interesantes de
dilucidar. Son un síntoma de nerviosismo de sistemas complejos, y seguro que también
ponen nerviosos a los que creen que van a perder dinero y poder si alguien les
menea el chiringuito.
jueves, 1 de mayo de 2025
REBELIIÓN EN LA GRANJA (ELÉCTRICA)
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4 comentarios:
Incluso parece que se produjeron ciertos pequeños milagros durante algunas horas del pasado lunes, los transistores pasaron en algunos casos de costar diez euros a veinticinco y ese es solo un ejemplo de algunos pequeños detalles. O como dijo uno de nuestros ministros hace poco: «La gente no se pega por estos puestos de 900 euros mensuales». Pero parafraseando a Borges podríamos decir que no es que las cosas sean ni buenas ni malas, es que parecen incorregibles.
Pasamos de algo que era imposible en nuestra isla energética a una situación admirable por la rápida recuperación de la energía y las comunicaciones. En ese salto en el vacío parece haber poco espacio para conocer la verdad ni tan siquiera, las historias y angustias acontecidas durante esas horas. Pero claro está, cuando se realizan construcciones apriorísticas que no descansan sobre un análisis válido de la realidad los sucesos posteriores pueden ser terribles.
Wifi, bluetooth, pagos virtuales, redes sociales, centrales solares… ¿Dónde están los hombres y las mujeres? ¿Dónde habitan esos otros? Como nos recuerda Octavio Paz: «El progreso ha poblado la historia de las maravillas y los monstruos de la técnica pero ha deshabitado la vida de los hombres. Nos ha dado más cosas, no más ser»
Un saludo,
Benito Fernández
Pues, Benito, a mi me ocurrió el apagón del lunes al aterrizar en Barajas. Los pasajeros tiuvimos que esperar casi una hora a que trajeran una escalera, la cual no fue normal sino una pintada de rojo. Pero si eso no era grave, la terminal byllía cómo en las películas donde la gente no sabe quién les está invadiendo. Alguien potr fin te decía: "No sabemos nada. Es un apagón de toda Espsña".
Un abrazo
L.
Buenas tardes:
No hace mucho, veíamos con lejanía las interrupciones del suministro eléctrico en Cuba, pero nos quedaba relativamente lejos, y tendíamos a pensar que era consecuencia de la gestión de los “granjeros” de otras latitudes. Ahora, los apagones ya están aquí, y lo peor, no sabemos si vienen para quedarse. Nuevos términos como: cero energético, descompensación, pérdida de generación...han aparecido súbitamente en nuestras vidas, y entre tanta desconexión digital, me venía de nuevo a la cabeza el gato de Cheshire y su no estoy loco, mi realidad es diferente a la tuya.
Esa naturaleza humana tendente al poder, reflejada ya por Demóstenes y su discurso contra Filipo II de Macedonia que nos dice:
La causa de esto radica en que, necesitándose reprimir con hechos y no sólo con palabras a quienes buscan por encima de todo aumentar sus caudales, nosotros los oradores rehuimos proponeros y aconsejaros nada, temerosos de vuestra animosidad; en cambio, disertamos largamente sobre lo que está haciendo Filipo, insistiendo en que son cosas terribles y difíciles de tolerar. (...)
Pero si se hace necesario examinar el modo de que la situación actual mejore y los males no vayan aún más lejos, sin apenas nosotros darnos cuenta, y la manera de que no se levante un poderío tan enorme que ya no podemos enfrentárnosle, entonces es menester que modifiquemos el método de deliberar, dejando a un lado el anterior; porque, ya se trate de nosotros, los oradores, o de vosotros los oyentes, hay que preferir lo útil y conveniente a lo más fácil y agradable. (...). >/i>
Y es que el pasado lunes, como a Alicia, que le pasaron tantas cosas extraordinarias en un día, habíamos empezado a pensar que casi nada era en realidad imposible.
Un saludo.
Patricia
Qué bien, Patricia, que nos traes, en tema del apagón, el salto de realidad. Se nos decía, y hasta se creía, que eso era imposible, o al menos casi imposible. Cuando llega la realidad del lunes no tenemos libro de instrucciones. Fue un regreso al pasado, al tiempo de los candiles, a un insólito Medioevo pero por donde ya estviera presente Umberto Eco sonriendo. No fue una experiencia grata, eso tampoco. Haces bien, Patricia, recordándponos que ya se ha puesto en marcha un nuevo lenguaje para acotar un poco la bruma creada. Orwell sabía de nuevo lengauje, y Huxley, y por supuesto Carroll. Un acierto traer a colación como haces al gato de Cheshire que en realidad está un poco molesto con Alicia: él tiene otra reealidad, ¿y qué? Existen otras realidades también. Y a veces son matemáticas. Y emtonces fiése (el apagón) y no es que no hubo nada.
Un abrazo
L.
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