Así cayó el arancel, el nuevo maná, pero la anomia que se va imponiendo tampoco es leve. No es una anomia por falta de normas en nuestras sociedades, sino por la degradación de tanta red normativa. Si se prefiere, la anomia actual sucede también por el deterioro, o el desgaste, de tales normas. Y mientras tanto ha llegado la primavera, con su cambio climático en flor y su negacionismo de los irreductibles. Y entre las anomias generalizadas vamos ardorosos hacia atrás. El desajuste es sólo de tamaño prebélico. Aún no se sabe bien quién es el enemigo. Y en tiempo de anomia muchos poderosos dirigentes del mundo prefieren situarse en una posición cómoda, por ejemplo más allá del bien y del mal. Y a ver si escampa.
5 comentarios:
Buenas tardes:
Parece que vivimos en un tiempo de ausencia de reciprocidad, de prontitud y urgencia. Por un lado, esa falta, carencia o inacción de arriba abajo, y por otro esa exigencia continua hacia abajo, esa McDonaldización de la sociedad que nos adelantó en los noventa el sociólogo George Ritzer:
“A lo largo de los años, McDonald's nos ha atraído mediante diferentes estrategias. Los restaurantes se presentan como edificios flamantes, nos dicen que la comida es fresca y nutritiva, nos muestra a los empleados como seres joviales y buenas personas, a los directivos, amables y amistosos, y la experiencia de tal comida parece ser divertida y satisfactoria. Incluso nos inducen a creer que, al menos indirectamente, contribuimos con instituciones de caridad, mediante nuestro apoyo a la empresa, que financia los hogares Ronald McDonald para niños enfermos.”
Hoy en día vemos este fenómeno evolucionado, ya no sólo desde el lado económico, sino político o burocrático, el ciudadano se vuelve un “funcionario” más en esta tierra de inmediatez, una app para gestionar el DNI, un programa para hacer la declaración o una web para realizar registros públicos, nuevos trabajos que hay que hacer para poder ganarse el derecho a estar en nuestro mundo, ¿habrá otro? Espero que sí.
En su “Libertad bajo palabra”, ya advertía Octavio Paz de esa desazón que es la Prisa:
Desde que abrí los ojos me di cuenta que mi sitio no estaba aquí, donde estoy, sino en donde no estoy ni he estado nunca. (...)
Tengo prisa por estar. Corro tras de mí, tras de mi sitio, tras de mi hueco ¿Quién me ha reservado este sitio? ¿Cómo me llama mi fatalidad? ¿Quién es y qué es lo que me mueve y quién y qué es lo aguarda mi advenimiento para cumplirse y cumplirme? No sé, tengo prisa. Aunque no me mueva de mi silla, ni me levante de la cama. Aunque dé vueltas y vueltas en mi jaula. Clavado por un nombre, un gesto, un tic, me muevo y remuevo.” (...)
Decía Nietzsche es “Más allá del bien y el mal”, que es inhumano bendecir cuando nos han maldecido, aunque nosotros ya suponemos, que el secreto está en rodearse de personas que te hagan sonreír, para intentar alcanzar el verdadero País de las Maravillas.
Un saludo.
Patricia
Nuestra historia reciente y no tan reciente está llena de momentos en los que o bien se está en guerra o bien se prepara, parece que en este milenio nada ha cambiado todavía. Sin entrar en excesivas profundidades filosóficas ya Heráclito escribía «Guerra es padre y señor de todas las cosas, y a unos hace esclavos y a otros hombres libres»… La colaboración, cooperación o tan siquiera la comprensión, parecen no alcanzar tal nivel de ocupación entre nosotros. Tal vez, como dice Hariri, el gurú de moda, lo bueno es que el futuro no está escrito.
A diferencia de la intencionalidad, por ejemplo, de los aborígenes australianos que asignan intencionalidad a los animales e incluso a las cosas y que Povinelli ha captado de una manera especial, también se pueden analizar los fenómenos del cambio climático o el negacionismo como las manifestaciones culturales acerca de los límites y los significados de lo humano y lo medioambiental a partir de hechos científicamente percibidos de los sistemas ecológicos y sobre todo económicos que en todos los casos se basan en las nociones occidentales de la intencionalidad humana, la subjetividad y la producción y que están insertos en los mismos discursos jurídicos a los que tratan de oponerse lo que crea una tensión irresoluble entre los fines políticos de estos proyectos y los marcos teóricos en los que se sustentan.
Siempre con el apoyo de la literatura la “realidad” pasa mejor y Machado puede explicar todavía mucho.
Desnuda está la tierra,
y el alma aúlla al horizonte pálido
como loba famélica. ¿Qué buscas,
poeta, en el ocaso?
¡Amargo caminar, porque el camino
pesa en el corazón! ¡El viento helado,
y la noche que llega, y la amargura
de la distancia!… En el camino blanco
algunos yertos árboles negrean;
en los montes lejanos
hay oro y sangre… El sol murió… ¿Qué buscas,
poeta, en el ocaso?
Intencionalidad y sometimiento, cambio y negación, pasado y esperanza… ¿Nada debería estar escrito?
Un saludo.
Benito Fernández
Así vamos, o nos llevan, Patricia, tienes toda la razón. Con prisa y hacia no se sabe qué ni dónde. Claro, como bien traes, los MacDonalds y similares, y nuestros supermercados, y… todo lo que está en el ajo, sí lo saben bien. Coma lo que le digamos, o sugiramos sutilmente. A cada cual según su billetera, Sonría por favor.
Y qué bien, Patricia, Octavio Paz y su meta-análisis de la prisa. No es prisa para qué, sino prisa por qué. El pagano de turno en este sistema obedece y calla, casi siempre. Además quién nos dice que esto no acabará en otro descomunal negocio de armas, incluidas bombas que estallan, que no sólo se almacenan para asustar, y cosas parecidas. Tengo curiosidad por el kit de supervivencia que un día nos van a dar en España. ¿Pondrán por fin yodina antinuclear? A lo mejor ese día no hay jamón para todos. El kit anunciado aquí es una mochila para los buenos, a ver si no.
Un abrazo
L.
Machado, como bien nos recuerdasd Benito, lo dice todo: Incluso cuando se pregunta: "¿Nada debería estar escrito?"
Pero desde luego eso supera la confianza de Heráclito en que las guerras hacen esclavos y gentes libres. Yo creo que crean muertos, el asunto es la escala. La escala de la Primera Giuerra Mundial, la de los gases y las trincheras, tiene todos los significados en las pinturas de Otto Dix. Cuando los soldados que él nos enseña pierden la carne y se hacen barro y calaveras. Y la Segunda Guerra Mundial, que acabó en bombas nucleares, tuvo en realidad un inicio en la Guerra Civil española, prólogo de inmensos horores. Esolo vio como nadie Picasso en el "Guernica".
¿Cómo es posible que ahora, en este umbral de un tiempo torcido, o retorcido, algunos norteamericanos, o muchos de ellos, no quieran recordar lo que fue la Alemania nazi? ¿Qié les parece el saludo de Elon Musk? Al menos podrían volver a ver películas, como la del desembarco de Normandía, de Spielberg. A lo mejor hay quien se conmueve todavía. O no. Esa es la cuestión.
Un abrazo
L.
Luis Pancorbo
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