Los goles
aplacan el hervor de las masas. Y su tedio vital y su malestar por las
injusticias. Lo sabían en Roma con su “pan y circo”, Qatar ha conseguido el
gran show futbolero, aunque regando de petrodólares hasta partes sensibles del Parlamento
Europeo. Marruecos, entretanto, está feliz. En diciembre el mundo parece un
penalti penoso, y con dos golpes tan extraños como el autogolpe de Perú y el desarticulado
en Alemania. Los Reichsburger, Ciudadanos del Imperio, se remontan a Bismarck y
no olvidan a Hitler. Quieren poner de rey a Heinrich XIII. Es tiempo de opereta
y zambomba.