viernes, 28 de octubre de 2011

JUDÍO O NO JUDÍO

Ahora que estamos en tiempo de castañas (y las que vienen en nuestro país de los cinco millones largos de parados, suma y sigue), uno se sorprende por la aplicación que ha inventado el programador Johann Levy para iphone e ipad: "¿Judío o no judío?" y a partir de ahí se navega por un fichero con hasta 3500 nombres de judíos sobre todo franceses. Eso ha sido censurado por LICRA (Liga Internacional Contra el Racismo y el Antisemitismo) y Apple (la del santo Jobs) y su filial itunes han tenido que recular y suspender esa venta. Sin embargo, los que la compraron siguen teniéndola en sus aparatos, lo que suscita si se puede quitar a distancia sin el consentimiento del usuario. Técnicamente es posible, dijo una vez Jobs. Y en eso se está, y en los tribunales franceses, tras el gran escándalo, porque la sustancia de la cuestión es que esa aplicación recuerda los peores tiempos de las fichas y las persecuciones. Por desgrfacia en España sabemos de eso en muchos terrenos. Que luego el autor de la aplicación sea un programador judío como Levy, y que se defienda diciendo que lo hizo también por el orgullo de ser de esa religión, causa su perplejidad. En Estados Unidos dicen que la cosa es más lúdica, y que "Jew or not Jew?" sirve para averiguar si Bob Dylan lo era, o Marilyn Monroe. Ya, pero es algo más serio que truco o trato, una auténtica calabaza, que no por grande y exótica es menos castaña.

www.luispancorbo.com
www.otrospueblos.com

jueves, 13 de octubre de 2011

MITOS Y REDES SOCIALES

Estando aquí y ahora es vano negar la eficacia de las redes sociales (según el Washington Post hay 5 mil millones de personas conectadas con los móviles, 2 mil millones con internet y 750 millones con facebook). Gracias a las redes sociales unos campesinos de Kenia pueden saber el precio real de los productos y evitar que les timen los mayoristas. Gracias a las redes sociales se desarrolló en buena parte la llamada Primavera árabe, y el más actual otoño norteamericano, el del movimiento OWS (Occupy Wall Street), del que sería interesante -creo- ver un resumen de intenciones que aquí sugiero:


Pues bien, un colaborador del Washington Post, Ramesh Srinivasan, hace algunas distinciones interesantes sobre el poder de las redes sociales, la tecnología en boga y demás. Le encargaron hacer un museo digital en la universidad UCLA a base de objetos de los indios zuni de Nuevo México. No ha funcionado. Una cosa es el estandard occidental y la narración digital, y otra bien distinta el mundo de los zunis, que al final han considerado una alienación ese intento de describir su mundo sin recurrir a sus maneras de contar historias y de realizar rituales comunitarios. Por lo que el autor del invento digital reconoce con gallardía: "Si las tecnologías se diseñan aisladamente de las culturas con las que tratan de conectar, las voces reales de la gente no se escucharán".
Otra cosa es que importen algo los mitos de los pieles rojas cuando los cuentos de los rostros pálidos, incluso los de los rostros españoles, no saben bien cómo encarar la banca, la democracia y otras hierbas.