Cervantes profundiza en el presente y augura nuestro futuro. Tomás
Rodaja, el protagonista de su novela, sufre una intoxicación por un bebedizo que
le da una mujer despechada. Esa artera magia no sólo le postra meses en la cama,
sino que le hace creer que si se cae o si le tiran una piedra su cuerpo se
romperá. Comía y demás funciones, pero él estaba convencido de que era de
cristal. Así otro loco salió por las tierras de España, y como Don Quijote dio
en creerse un justiciero intachable si no un redentor. Pero resulta que Rodaja,
el estudiante de Salamanca, tenía ya un nuevo entendimiento del mundo y analizaba
con precisión los problemas de España y sus pobladores. Armado de su crítica recorre
muchos estamentos, profesiones, y actitudes. No se deja engañar ni por los más
ricos ni los más pobres, o los más religiosos o los menos. Y nunca le falta un
poco de humor que añadir al acíbar. Un catálogo completo de vicios, malicias, y
también corrupciones. La esperanza es lo último que se pierde, claro. Rodaja-Vidriera,
tan transparente que él se creía, se topaba con mucho barro. Pero es valeroso, y siendo tan frágil, a todo
lo que ve que no va le da un viaje. “Oh Corte, que alargas las esperanzas de
los atrevidos pretendientes, y acortas las de los virtuosos encogidos,
sustentas abundantemente a los truhanes desvergonzados y matas de hambre a los
discretos vergonzosos”. Eso decía el Licenciado Vidriera y ya ha llovido.
viernes, 3 de octubre de 2025
UN VIGENTE LICENCIADO VIDRIERA
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