viernes, 1 de agosto de 2025

EL SEÑOR DE LAS MOSCAS

 Este agosto, con sus fuegos, no va a impedir una mirada a una mente lúcida y bienintencionada como la de Rousseau. El que dijo que el hombre nace bueno y que la sociedad lo corrompe. Bien es cierto que antes que él ya se pensó, como Hobbes, que el hombre es un lobo para el hombre. Hoy en España hay más jabalíes que lobos. Los cerdos salvajes son una plaga en Oliva, un pueblo de Valencia, donde acaban de cazar más de cien con jaulas. Pero el jabalí también ha tenido sus adoradores. Una deidad con la cabeza medio podrida de un jabalí se enseñorea en “El Señor de las Moscas”, la novela de William Golding publicada en 1954. Narra cómo unos adolescentes y niños naufragan y se quedan solos en una isla desierta. Han de sobrevivir, y aparte de cazar, y de hacer muchos de ellos las peores maldades, encuentran como dios, y extremo pavor, a “El Señor de las Moscas”. El que da un sentido a su nueva sociedad, una que va más allá de toda fibra de civilización, cultura y cualquier buena hierba. Es el retroceso, se supone, a lo que algunos, si no todos, llevan en los genes. Si se quiere ver encima una película sobre este libro ahí está “Lord of the Flies”, la versión en blanco y negro de esa novela que hizo Peter Brook en 1963. Pero el buen Jean Jacques siempre está ahí. Aun cuando algunos hablan con soltura de una segunda guerra mundial con sus campos de exterminio, gulags y explosiones nucleares. Y por si fuera poco se mienta al nuevo Señor de las Moscas con las guerras abiertas como prólogo de una tercera-y última-guerra mundial. Golding no daría crédito a lo que ahora se oye y se dice.

 

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4 comentarios:

B Fernandez dijo...

Parece que dioses insólitos, míticos y hasta «verídicos» nos rodean y nos han rodeado. Pero como mantienen muchos entre otros Pepe Mujica «… La religión predominante de nuestro tiempo es el mercado…» y podemos añadir su dios dinero. Su ciclo constante de acumulación, dificultades y renovación para comenzar de nuevo, casi como una liturgia, como en un eterno gatopardismo.

Muchas veces, a nuestro pesar, lo uno que nos queda es seguir transitando por nuestros tristes trópicos particulares y como nos recuerda Lévi-Strauss: «…La vanidad de esas pretensiones, la credulidad ingenua que las acoge y hasta las suscita, el mérito, en fin, que consagra tantos esfuerzos inútiles (como no sea que contribuyen a extender el deterioro que, por otra parte, se empeñan en disimular), todo esto implica resortes psicológicos poderosos, tanto en los actores como en su público…»

En un discurso dirigido a estudiantes de la Universitá degli Studi di Ferrara, Pepe Mujica afirmaba entre otras cosas: «…Estos son cambios que nada tienen que ver con un mundo mejor, porque, por el contrario, lo están llevando de mal en peor, ya que generan un hipernacionalismo que seguramente conducirá a más tensiones y conflictos. Espero estar equivocado, pero nosotros, los viejos, esta película ya la hemos visto antes…» Pero en este tórrido agosto en nuestra piel de toro todo aparentemente se detiene, o tal vez, se deteriora un poquito más y el samsara continua.

Un saludo,
Benito Fernández

PF dijo...

Buenas tardes:

El hombre en muchos casos ha ocupado el hábitat del resto de animales, así los jabalíes campan a sus anchas en parques y jardines, y el lobo, ¿donde ha quedado? Y la pobre Caperucita Roja, ¿estará entre sus detractores o defensores?, en fin, ya se sabe, ¡menos lobos, Caperucita!

Posiblemente sino estamos, sí caminamos ya hacía una sociedad de datos y metadatos, carente de experiencias y vivencias reales que son transformadas en virtuales, siendo tomadas estas últimas como sustitutivas de las primeras, en lugar de complementarias y enriquecedoras de aquellas. Indagando un poco en Byung-Chul Han, como actual premio Princesa de comunicación, en su “La crisis de la narración”, nos indica:

“Pero lo cierto es que los macrodatos no explican nada. Lo único que se puede averiguar con los macrodatos son correlaciones entre las cosas. Sin embargo, las correlaciones son la forma más primitiva de conocimiento. No sirven para comprender nada. Los macrodatos no pueden explicar por qué las cosas se comportan así entre ellas. No permiten establecer conexiones causales ni asociaciones conceptuales. El porqué es desbancado del todo por el es así, para que no hacen falta conceptos

Se aproxima otra lluvia de Perseidas o lágrimas de San Lorenzo, puede que el cielo solloce por nuestros fallos, pero al menos, nuestras pequeñas equivocaciones no deben disgustarnos, ya que como nos enseñó Groucho, no debemos renunciar a la deliciosa libertad de equivocarnos.

Buen resto de agosto, un saludo.
Patricia

Luis Pancorbo dijo...

Pese a ser Presidente de Uruguay José Mujica Cordano quería que le llamasen Pepe. Y escribía su apellido sin acento esdrújulo, pues le gustaba que Mujica (muxica) significase durazno en euskera.
Y tienes razón, Benito, Mujica había conocido en profundidad el mundo y la política que lo rige. No hay duda de que el valioso mundo -el mundo de la gente y de lo mejor de la gente- parece rotar en dirección opuesta a la que debería. Eso se sabe, pero no hay tregua en la sinrazón, ni en el endiosamiento -ya no de El Señor de las Moscas- sino del dios Mamón del dinero. Con todo su cortejo real de injusticia y desigualdad. Todo un récord que cada día se bate, pero para ir a peor. No sólo no se va alicatando un poco la caquexia generalizada, sino que siguen desgarrándose pueblos y culturas enteras. Y así hasta que todos seamos bots. Pepe Mujica se inquietaba por la falta de filosofía que aquejaba a la política, no sólo por la falta de humanidad que caracteriza este punto de la Historia. Y sabía luchar y soñar: “La vida humana es casi un milagro en el enorme silencio mineral del universo”.
Tuve la suerte de entrevistarle en su chacra, una finquita de las afueras de Montevideo donde cultivaba flores y hortalizas. Pocos hubo y hay como Mujica. Y como Léxi-Strauss, por supuesto, tan capaces de discernir que nuestro planeta no lleva el rumbo que merecería.
Un abrazo
L.

Luis Pancorbo dijo...

Los datos y metadatos son más que abrumadores, aparte de que sirvan para algún que otro negocio. Pero el cielo está lleno de datos, y aún más de estrellas, y galaxias, y es un poco de vanidad, como bien indicas Patricia, que eso vaya en desdoro de los conceptos. Y en desdoro de lo intuido, y de lo imaginado, y de lo ya escrito por mentes voluntariosas, seguramente rudimentarias, con poco silicio -o lo que echen ahí-. Pero esas mentes, que no son ordenadores y demás pertrechos, ya concibieron lo que no hemos tocado. Y a lo mejor no es malo que aún no se haya explorado el centro de la Tierra, ni todos los mares, ni siquiera la pobre Luna. Si todo estuviese ya bajjo la bota y el bot, el universo perdería mucho de su encanto potencial. Otra cosa es que se echa tanta ambición y ni siquiera se puede garantizar agua, comida, medicinas y educación a la mayor parte del planeta. O sea, que el sistema, o metasistema si se prefiere, algún fallo tiene.
Que al menos no nos quiten los sueños.
Un abrazo
L.