jueves, 21 de septiembre de 2017

UN DIVORCIO DE TERCIOPELO

Algunos creen que no hay divorcios pacíficos, pero tras la disolución de la República Federal de Checoslovaquia el 1 de enero de 1993 se produjo lo que aún se conoce como un divorcio de terciopelo. Suave como el terciopelo fue también su revolución de 1989, anticipando la caída de la URSS. Checos y eslovacos no se consideran idénticos, tienen lenguas distintas aunque procedan del mismo tronco, caracteres, historias y recelos acumulados pero llevaderos mejor si cada uno por su lado. Puestos ya a separarse checos y eslovacos tuvieron la habilidad de no hacerse daño. No fue como en la antigua Yugoslavia, ni como en Sudán. Evans-Pritchard. el eminente antropólogo inglés, hizo grandes servicios sobre todo a la ciencia investigando los icebergs que son las culturas. En ellas apenas asoma una parte que suele ser la que ve el extranjero. Pero sin profundizar en la cultura de un pueblo nunca se llega a conocerlo ni a respetarlo aunque sea para negociar con él.
Evans-Pritchard usó su talento en la antigua Libia y en el antiguo Sudán, dos países hoy desmembrados y en el caso del nuevo Sudán del Sur con dos etnias tan irreconciliables como los nuer y los dinka. Eso no quita vigencia ni valor a la necesidad de conocer en profundidad al otro, nada se diga si el otro es el vecino. Es una prioridad aunque su consumo caduca. Por demorar la comprensión del otro puede venir un conflicto y eso genera, otra vez, lo peor, el retroceso del péndulo.

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7 comentarios:

Unknown dijo...

Como nos recuerda Appiah: “La pureza cultural es un oxímoron. Lo más probable es que, desde el punto de vista cultural, el lector ya esté viviendo una vida cosmopolita, enriquecida por la literatura, el arte y las películas que vienen de numerosos lugares y que contienen influencias de muchos… La coca-cola se consigue en todos los continentes. En Kumasi se sirve en los funerales, pero no ocurre así, según mi experiencia, en el oeste de Inglaterra… El punto es que cada lugar establece sus propios usos, incluso de los productos globales más famosos”

Appiah insiste en que hay que tener respeto e interés por las formas culturales que dan razón a la vida humana, pero sin perder de vista que las culturas no son estáticas ni herméticas, y es en gran medida, la autonomía individual lo que lo hace posible. Señala el diálogo como un medio para hacer posible el conocimiento del otro. Creo que en algún grado podríamos suscribirlo.

También podemos recurrir a Brown cuando afirma que: “Todas las sociedades poseen algún grado de diversidad interna en materia de comportamiento e ideología. Recíprocamente, ninguna sociedad carece de algún grado de tensión interna …

Pero para los divorcios desgraciadamente casi siempre podemos aplicar el proverbio africano. Cuando los elefantes luchan, la hierba es la que sufre.

Saludos,
Benito

juan de la cruz471 dijo...

Por seguir con el símil del divorcio y con la hierba que sufre, yo creo que si le preguntan a un hijo en caso de ruptura si prefiere irse con papá o con mamá, si es prudente, probablemente contestaría, ¿y por qué me hace esa pregunta ahora? no quiero divorcio y tampoco quiero que me fuercen a quedar mal con uno de mis progenitores. Volviendo al tema de derecho público que nos ocupa: España existe, también existe Cataluña, y también Tarragona, el monasterio de Montserrat, o la playa de la Barceloneta; son lugares donde hay gente, ¿acaso en todos ellos puede existir el derecho "a decidir" sobre si son un estado, emiten pasaportes, impiden entrar a los que no son de allí o deciden imponer impuestos a las actividades que se realicen? La duda es quien debe o puede decidir; si vale todo o solo vale lo que ha valido siempre.
Me gusta la frase de Brown que creo invita a la convivencia, reconociendo que todos en todas partes tenemos diferentes opiniones y no por ello debemos acabar con la sociedad. Creo que alimentar deliberadamente la tensión en cualquier vecindario humano es nocivo. Opino que un divorcio es un fracaso, como una operación quirúrgica no es síntoma de buena salud. Parece que no puedo evitar enrocarme en los símiles; es más aterciopelado usarlos que comentar lo concreto de los telediarios.

Luis Pancorbo dijo...

Serán culturas, lenguas, costumbres, pero a eso se aferra mucha gente cuando la globalización, y su escolta económica, empequeñece el mundo.
Por otro lado en los países, como en los matrimonios, las supremacías, y su retórica, acaban con el negocio. Es preciso convencer más que federar a los componentes. Se va a compartir el espacio de un país pero no necesariamente con una idea fija, coercitiva y algo metafísica.
El pacto entre diferentes es hasta la extenuación. Malo si alguien se cansa de negociar.
Pero viva siempre la diferencia, por más que choque.
Recuerdas, Benito, lo que dice Appiah de que en los funerales de Kumasi beben Coca-Cola, y eso no lo ha visto él en los de Inglaterra. Sin embargo, los ashanti de Kumasi tienen como máximo valor -cultural- el Taburete de Oro, el que se llevaron los colonialistas.
Como explicaba Lévi-Strauss: "Incluso se ha llegado a decir que en un idioma, como el japonés, reacio al empleo del pronombre personal. el 'Pienso, luego existo' de Descartes es rigurosamente intraducible".

Un abrazo
L.

Luis Pancorbo dijo...

Si el asunto se lleva a los telediarios, el asunto se ha ido de las manos. Eso parece, Juan. ¿Dónde está el enorme esfuerzo de comprensión de los que no quieren que alguien se separe de ellos? Creerse más y mejores, y hasta infalibles,es pan para hoy, y ni eso. En algunos países no tienen este problema: sus componentes son diferentes, incluso en gran medida, pero se han sentido cómodos desde el principio en algo que se llama Francia o Estados Unidos. o Tailandia. ¿Por qué aquí es un problema? Bueno, si uno lee la conferencia de Manuel Azaña en la Casa del Pueblo (de su pueblo), Alcalá de Henares, en 1911, ttulada "El problema español" puede ver la lucidez que guarda su análisis también ahora.

Un abrazo
L.

juan de la cruz471 dijo...

Yo creo que uno de los máximos denominadores comunes de los habitantes de esta península es que no nos gusta pagar peajes en las autopistas; también creo que uno de los problemas de la convivencia de toda la humanidad son los cultivadores de rabia y miedo. La gente nos llevamos razonablemente bien si no se dan estos cultivos. Pondré un ejemplo: mi primera visita a San Sebastián fue en el año 92; había rabia y miedo, mucha gente miraba para atrás y se hablaba bajito. Sin embargo este verano pasé por allí (no pudimos alojarnos a un precio razonable, pero con las ganas nos quedamos) estaba abarrotado de gente, de color, de alegría. No obstante había programada una manifestación contra la invasión de felicidad. Siempre va a haber cultivadores de rabia. Lo deseable es que no "okupen" la calle.
Un abrazo.

PF dijo...

Buenos días,

Por desgracia, no todo el mundo tiene la habilidad de no hacerse daño, estos días hay que pensar que al menos hay tres cosas que nunca vuelven atrás: las piedras que se lanzan, las palabras que se dicen y el agua que pasa...y tratar de recordar este dicho astur:“¿Quién es tu hermano? El vecino más cercano”...en lugar de parecer que cada uno intente llevar el agua a su molino para dejar seco al del vecino.

Muchas historias de gatos hemos recordado a lo largo de estos años desde los gatos emparedados del medievo hasta el Gato de Cheshire..pero esta vez me viene a la cabeza reescribir sobre una historieta que leí no hace mucho sobre un par de gatos, posiblemente de la misma vencidad, buena gente (o buen animal que nunca se sabe que es lo mejor)... Se cuenta que:

... Micifud y Zapirón robaron un buen día un queso a la cocinera del barrio y se lo llevaron a un escondite para repartirlo, como el primero no se hacia a la partición del segundo, armaron una pelotera que hubiera tenido malos resultados sino hubiera pasado por allí un tercero que les dijo ¿quieren que yo les parta el queso como buen amigo?..y fue cuestión de un momento cuando ya se dispuso a dividir el queso. Colocó dos partes respectivamente en los platillos de una balanza...más como no eran iguales, al mayor le echó un mordisco para equilibrarlo...y así tirando mordiscos a una y otra parte, se acabó el queso. Mirándose recelosamente Micifud y Zapirón intercambiaron algunas palabras, y se marcharon pensando que lo que tu puedas hacer, no lo dejes hacer a otros.

Esperemos que siempre vuelva la cordura, si es que en algún momento ha existido, pues en estos y otros lugares hacen falta más “Sanchos” e ínsulas de Barataria, y que como se decía en el Quijote..cambiar el mundo (para mejor) no sea locura ni utopia sino justicia.

Un saludo,
Patricia

Luis Pancorbo dijo...

Qué precisión la de Cervantes. Como siempre. Gracias. Patricia, por traerla.
Cambiar el mundo, empezando por un país encallado, es algo que hay que acometer porque es de justicia, y por supuesto sin tocar a degüello, que eso ya se vio repetidas veces.
Manuel Azaña en su pueblo, tan cervantino como Alcalá de Henares, ya en 1911 se preguntaba en su conferencia "El problema español" por causas profundas de la insatisfacción y en general por el mal funcionamiento como país. Para él había gente que esperaba el milagro de que España volviera a cierto antiguo esplendor. Por una especie de arte de magia, sería. "Así se fueron formando generaciones y generaciones de gentes atónitas, sin esperanzas, sin rumbo, y por eso toda nuestra historia contemporánea ha sido una lucha incesante contra ese tradicionalismo analfabeto, el más cerrado, el más pétreo de cuantos movimientos regresivos han surgido en la historia".
Bueno, no hay descartar algunos avances, pero ese fondo pétreo español, o de parte de lo español, es muy característico aún.
Respecto a Micifuz y Zapirón juro que he oído antes esos nombres. Por lo tanto hace más de medio siglo hubo cuentos que oí o leí con ese par. Luego han venido los Ratatouille, pero no es lo mismo. El mejor gato, de todos modos, es el que aparece y se desvanene como el queso de Cheshire, digo como el gato de Cheshire.
Habría que llamar a Alicia para que se diera una vuelta por España, y más sabiendo que ella no iba a ir a Magaluf.

Un abrazo
L.