miércoles, 10 de septiembre de 2014

SEPTIEMBRE O VUELTA A LO MISMO

El septiembre español está lleno de uvas y promesas: el cambio político-ético ya vendrá si viene, pero lo principal es seguir disfrutando del poder. Desgasta más no tenerlo que tenerlo, decía Andreotti, el político pegado a un sillón. ¿Y los ciudadanos, y sus aspiraciones de libertad? Una cosa es el poder y otra la democracia, algunos aún no lo cogen. Pero hay antropólogos que ya trabajan, por ejemplo Samuel Gerald Collins, profesor de la Universidad de Towson, y colaborador destacado de American Anthropologist, en cuestiones de calado: cómo se van sincronizando vidas digitales y vidas materiales, cómo las tecnologías (y los que las llevan del ronzal) colonizan hasta los intersticios de un nuevo espacio/tiempo. Y cómo controlan y manipulan entretanto. En la estación de metro Seonreung de Seúl muchos ven anuncios y compran mediante su móvil algo que quieren que les lleven a su casa antes de llegar a ella. Hasan Elahi, un profesor de la Universidad de Maryland, harto de la vigilancia electrónica a la que le somete alguna agencia, ha reaccionado poniendo en su página web todos sus movimientos, hasta los más insignificantes (se supone hasta cuando va al baño), y 20.000 fotos, no vaya a ser que se le escape al vigilante, al Big Brother, alguna parte importante de su vida.
Aquí en septiembre más que Big Brothers tenemos a los cuñados y primos al acecho: aún hay algo que rascar en el reino de España. Avanti, pues.   


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7 comentarios:

Benito dijo...

Tal vez uno de los símbolos más representativos, que menciona Giddens, de esta etapa que algunos califican de posindustrial, de moderna economía 2.0 y hasta 3.0 sea el desanclaje del dinero acuñado o por decirlo de otra manera de todo lo que podríamos denominar como dinero contante y sonante, la mayoría de las transacciones ya no asumen la forma física. Cada vez se ven menos los billetes, las monedas, los cocos, el caurí, etc. y se utilizan de manera masiva tarjetas y hasta el bitcoin. Lo cierto es que es más fácil que nunca pasar de multimillonario a no tener nada con tan solo unos clics de ratón, al menos si por riqueza entendemos el dinero y todo aquello que se le parece.

Aunque cuñados y primos hace mucho que han vuelto al cole por septiembre y en su mochila parece no faltar de nada. Mientras unos presumen de mochila llena, otros como casi siempre, con ella medio vacía, por no decir vacía del todo… Estos días el ébola que asola los países africanos ha puesto de la manera más descarnada posible las diferencias.

Debe haber bastante que rascar todavía, todos parecen disputarse el rebaño y al menos hasta el 2016 nos prometen buenos pastos.

Saludos,
Benito

Luis Pancorbo dijo...

Si tenemos niños con la mochila vacía, por no decir con el estómago vacío, que también, es indudable, Benito, que España sigue estando muy desigualada.
Las monedas virtuales acuñan un nuevo espacio/tiempo, también eso va en aumento, y la cuestión es otra vez que hay quienes nadan en la abundancia o quienes lo hacen en la penuria, desde el bitcoin más fantasioso al ebola más negro.
El profesor Samuel G. Collins me parece que está haciendo un buen trabajo sobre los nuevos confines de la antropología, todos esos espacios o ciberespacios que no se podían sospechar lógicamente cuando el ámbito era tal o cual tribu, los nuer, por ejemplo. Ahora en Sudán del Sur no se puede entender la situación sin ahondar en cómo queda el reparto del petróleo, quién mete mano ahí.
Evans-Pritchard, de trabajar hoy, tendría que acompasar su análisis con esa impregnación de la nueva realidad, del petróleo, que enfrenta a nuer y dinkas. Y la desigualdad que destila.
´
Saludos cordiales
L.P.

Patricia dijo...

Buenas tardes,

En este “mundo feliz” en el que nos toca vivir, aparentemente dominado por la tecnología, ni tan siquiera como el famoso libro de Huxley se divide en cinco castas (alfa, beta, gamma, delta y epsilon), sino tal vez y a lo sumo en dos, alfa y omega o de otra manera en lo sincrónico y lo asincrónico.

Ya no escribimos...nos mensajeamos, no nos vemos...nos mandamos un selfie, pero el problema como siempre radica en los usos que se den a las cosas y no al hecho en si, cada vez más frecuente es la estampa de la falta de interacción de niños y jóvenes, ya no se juega, discute o pelea en patios, calles o autobuses...sino que se whasppean, parafraseando a Simmel, la ciencia que tenemos en este momento quizás sea lo que somos en la actualidad.

¿Beneficio?...pues eso, vuelta a lo mismo o a los mismos, a los que nos rascan y a veces hasta echan sal en las heridas, aquellos que según define el propio Huxley cuanto mas siniestros son sus deseos, más pomposa, en general se vuelve la nobleza de su lenguaje...en este caso tecnológico.

Un saludo,
Patricia

Luis Pancorbo dijo...

Impecable análisis el tuyo, Patricia, como siempre. El mundo virtual con sus tecnologías pega mordiscos a la realidad, al contacto personal, y ratifica un poco ese tipo de sociedad que Orwell dio para 1984. El caso es que en algunos aspectos, a treinta años de la profecía orwelliana, aún se podría rectificar algo antes de que todo se quede en manos de uno o varios Big Brothers. Lo que siempre me gustó de Orwell, y veo, Patricia, que lo compartes con una lectura muy perceptiva de su obra, era su inclinación a favor de los underdogs. Esos 'perros bajos' son los de una clase más baja que los épsilon. Se aplica underdog a alguien que no tiene posibilidades de ganar, ni en un proyecto profesional, ni en un partido, ni en una partida de cartas, ni siquiera en la carrera de la vida. A diferencia naturalmente de los topdogs, los 'perros altos', de alta gama, o alta casta, como los que tenemos instalados en España no por sus méritos, sino generalmente por sus chanchullos político-financieros. Pues bien Orwell se batió el cobre por los underdogs, y lo reflejó en los pobres birmanos, colonizados sin piedad por la antigua Gran Bretaña, en "Burmese days". Y volvió a sentir ese deseo de ayudar al perdedor (justo lo contrario de quienes siempre acuden en ayuda del vencedor, un poco a la italiana, y a la española, claro), cuando vino a España y se decantó por el POUM, y luchó en Cataluña con ellos. Y de forma general, como muy bien describes, lo delató en el "Mundo feliz", poblado de 'perros bajos', pero ya desprovistos de capacidad de respuesta y resistencia en una sociedad triturada y trituradora.
¿La casta? Cómo no va a existir: todos los cerdos son iguales pero hay algunos que son más iguales que los otros. No debe producirnos, no obstante, resignación ni derivaciones nostálgicas. Sino seguir con nuestra capacidad de crítica, de vigilancia, de apoyo a esos tiernos 'perros bajos' que nuestra sociedad construye para que los alfa se lleven la tajada.
Te felicito, Patricia, por estar en el lado donde el sol sonríe entre los escollos.
Un abrazo
Luis

Luis Bruzón dijo...

Excelentes análisis los anteriores. Y qué me dicen del "sistema", que todo lo copa en las sociedades que se declaran tecnológicamente modernas. Vas al banco y si no funciona el "sistema", no hay nada que hacer, no se puede volver al procedimiento manual y no te dejan sacar ni el dinero que uno mismo ha ido ahorrando con esfuerzo encomiable, porque en esta vida tecnológicamente moderna ya nadie regala nada, aunque algunos se sigan regalando auténticas fortunas, y luego quedan impunes como parte del propio sistema que ha generado esta sociedad moderna y tecnológica.

Es como un círculo vicioso. Hace años no había Internet y vivíamos, como vivieron antes otros sin teléfono, pero ahora sin Internet no somos nada. Las sociedades que no lo tienen, quieren tenerlo. Todo se globaliza, todas las fronteras culturales tienden a disiparse por efecto de la aldea tecnológica y cibernética. Me da la impresión de que el hombre-masa de Ortega y Gasset ahora escribe con emoticonos por whatssap y tan contento. ¿Para qué mas, si vivimos en el ya citado mundo feliz?

Un saludo,

Luis.

Luis Pancorbo dijo...

Indudablemente, Luis, el sistema, tecnológico y demás, no sólo ha cambiado el espacio, el mundo, sino que nos ha cambiado. Y ahí vienen los trabajos de Collins y otros nuevos antropólogos norteamericanos que se adentran en las fisuras y huecos de esos nuevos espacios/tiempos donde nos han metido con todo este aparataje.
Patricia traía a colación -tan bien como siempre- el libro de Huxley, su profecía, del "Mundo feliz". Es donde salen todas esas castas infrahumanas numeradas con letras griegas. Yo prefiero como profecía literaria-antropológica "1984" de Orwell, tal vez por su mayor mordiente: es el totalitarismo de un mundo ya tecnológicamente avasallador, gobernado por el Big Brother, y que está totalmente al lado nuestro en muchos aspectos, y en más lo estará si no se le pone remedio.
Y por supuesto hay que releer "La Granja de animales", siempre de Orwell, donde los cerdos se arrogan pertenecer a una casta superior aún sosteniendo que todos son iguales. Ya hemos visto en Oriente y en Occidente, en el comunismo y en el capitalismo, cómo nuestras sociedades generan nomenklaturas, o castas, por mucho que ellas mismas digan que no lo son. Al menos en la India los bramines se escudan en que ellos son 'doblemente nacidos', así no hay quien pueda con ellos.
Nos queda criticar ese relato, y el de una nueva sociedad, tan nueva que sólo le falta que resucite Platón.
Saludos cordiales
L.

Luis Pancorbo dijo...

Hola Patricia: te habrá extrañado que al responderte yo mezclara Huxley con Orwell, y que no quedara clara la cuestión. En la respuesta a Luis Bruzón, que nos trae hoy interesantes aportaciones, ya corrijo que una cosa es "Un mundo feliz' ("A brave new world") y otra "1984", aunque me ratifico en mi preferencia orwelliana por su defensa de los underdogs. Y su conocimiento de una realidad que sigue vigente. Al margen de los nuevos símbolos de Giddens de los que nos ilustra Benito.

Un abrazo
Luis