domingo, 14 de mayo de 2017

QUÉ MUERTO ERA MI VALLE

Lo más normal es que el Valle de los Caídos siga representando un problema español. Y que la falta de solución del tema vaya en aumento con el tiempo.  Lo más lógico sería hacer, como los alemanes en Leipzig, un Foro de la Historia (Zeitgeschichtliches Forum), nombre de un museo que trata de periodos como el nazismo, el comunismo, y lo que hubo antes y después. En Cuelgamuros no se puede hacer esa clase de museo entre huesos de victoriosos y de vencidos, de buenos españoles franquistas y de réprobos españoles rojos. En realidad no habría que exhumar a Franco, sino a todos los republicanos que están ahí como los esclavos empastados en las pirámides mayas o egipcias. Se deja el Valle para los franquistas y los otros son enterrados por fin normalmente.  Y se pone el museo reconciliador en un lugar que no tenga huesos humanos a ser posible. Si no volverá a pintarse lo que escribe Marvin Harris sobre el Valle de México, Teotihuacán y lo que allí encontraron los españoles de Cortés, bien curtidos de sangre por otro lado: "En ningún otro lugar del mundo  se había desarrollado una religión patrocinada por el Estado, cuyo arte, arquitectura y ritual estuvieran tan profundamente dominados por la violencia, la corrupción, la muerte y la enfermedad". 

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6 comentarios:

PF dijo...

Buenas tardes,

Normalidad esa debería ser la palabra, regularizar o poner en orden todo lo que no lo está, dice una formulilla popular que:

El que quita lo que da,
Al infiernu irá,
Con cáscaras de güevu,
Allá quemará.


Lo que no dice, es que si será en la hoguera o en este tormentoso mes de mayo, al calor de un sol, que parece más de verano que de primavera.

En referencia al sol, y más concretamente a las manchas de este, existen mitos y leyendas, más arraigadas en ese sur de la región, concretamente en Somiedo, como aquella asegura que dichas manchas cuando aparecían, prometían que el mundo terminaría pronto. Y cuando corrían las estrellas significaba que iba a haber una desgracia, pues resulta que según cuentas las crónicas, la gente recuerda que vieron marchar las estrellas corriendo como si fueran disparadas, y coincidió que estalló la guerra civil.

Pronto, a finales de este mes de mayo, comenzarán seguramente un año más las recreaciones populares, al cumplirse el día 25 la proclamación de guerra contra Francia por parte de Asturias en aquel 1808, en la Sala capitular de la Catedral de Oviedo, desfiles y más actos conmemorativos recorrerán posiblemente las calles de Oviedo entre esa normalidad arriba citada, no sé, quizás más de ochenta años sea poco, pero más de doscientos quizás sea demasiado.

Un saludo,
Patricia

Luis Pancorbo dijo...

Las manchas del sol, que es todo él una mancha de fuego, ¿cómo se verán? Las manchas de la luna siempre fueron más fáciles de interpretar: la liebre de los budistas está ahí saltando para quien la quiera ver. Pero ¿estamos seguros de eso y de lo otro? Según Schopenhauer no conocemos el sol sino el ojo que lo ve. Según Machado (el bueno sin que fuera necesariamente tan malo el otro): "El ojo que ves no es es/ojo porque tú lo veas/es ojo porque te ve".
Lo de Cuelgamuros. Solo falta que se convierta en una ruina macabra como la que pinta Ridley Scott en su desafortunada película Alien Covenant. Pero ¿y si se impusiera un día la normalidad? Una tumba para cada español, normal, respetuosa, nada de grandes cenotafios ni de emular a Tutankamon, ni pirámides sobre cráneos.
Y gracias, Patricia, por recordar esa declaración de guerra a Francia, aunque
Francia ya había honrado a una diosa interesante llamada Liberté.
UN abrazo
L.

Unknown dijo...

En esta dominical tarde, estoy recordando algo escrito en dos libros, en La ética de la autenticidad Charles Taylor escribía: “… Algo parecido a esta alienación de la esfera pública y la consiguiente pérdida de control político está teniendo lugar en nuestro mundo político, altamente centralizado y burocrático. Muchos pensadores contemporáneos han considerado profética la obra de Tocqueville. Si es éste el caso, lo que estamos en peligro de perder es el control de nuestro destino, algo que podríamos ejercer en común como ciudadanos. Es a esto a lo que Tocqueville llamó «libertad política». La que se ve aquí amenazada es nuestra dignidad como ciudadanos. los mecanismos impersonales antes mencionados pueden reducir nuestro grado de libertad como sociedad, pero la pérdida de libertad política vendría a significar que hasta las opciones que se nos dejan ya no serían objeto de nuestra elección como ciudadanos, sino de la de un poder tutelar irresponsable ...”

Por otra parte, en El tiempo de los derechos de Norberto Bobbio: “… La historia humana es en gran parte una historia de dominadores y dominados, de explotadores y explotados, de patronos y esclavos. ¿Hasta cuándo? Si se observa la historia de estos últimos siglos, escenario de las guerras de religión por la conquista de la tolerancia de todas las fes, de las guerras nacionales para la eliminación del dominio de una nación sobre otra y para el reconocimiento de las minorías, de la revolución liberal para la afirmación de la libertad de pensamiento y de acción política, de la lucha de clases para la emancipación del cuarto estado, de la lenta revolución pacífica (¡la única revolución pacífica de la historia!) hacia la igualdad de los sexos, y de las guerras contra el colonialismo, se debe extraer alguna indicación sobre la dirección de la historia. Pero, ¡qué largo es todavía el camino!...”

Creo que poco se puede añadir.

Saludos,
Benito

Luis Pancorbo dijo...

Bueno, Benito, Bobbio, impecable el filósofo de la democracia. Que era de un país donde nació el fascismo como tal, pero si miramos más allá de la bota (lo stivale), y proseguimos por la historia, y caemos sobre nuestra piel de toro y ahora,no hay más remedio que darle la razón. El análisis es como lo planteas en esta cita de Bobbio, más discutible es la dirección de la historia.Depende de los esclavos, de los humillados, de los vencidos, de los pobres, y medio pobres, de los emigrantes, de los indígenas, de los intelectuales que no se resignan a que les pongan la mesa y la cama de parte del poder. Pues si alguien espera un progreso, o algo bienhechor, que proceda de los dominantes (hoy como ayer camuflados en sus bancos, iglesias, cuarteles, tribunales, despachos de abogados y notarios, de conventos de clausura o de apertura, pues puede esperar sentado.
El camino no es que sea largo, es que está obstruido. Hablo del camino del poder. No es el mismo camino, el de unos y otros (explotadores y explotados). Por tanto no hay borgesianos senderos que se bifurcan. Hay si acaso agravamiento del laberinto y extraños cyberataques... Pero la antropología también se hace camino al andar, a base de información. Recopilando, insistiendo, coleccionando datos. No todo es como lo cuentan o quieren contar. Eso nos queda pese a la posición tan melancólica de esa cita de Bobbio.
Respecto a Cuelgamuros, es verdad, ahí sigue. Y lo peor es el Cuelgamuros que algunos llevan dentro de la camisa.
UN abrazo
L.
L.

juan de la cruz471 dijo...

Yo no he ido nunca y eso que he pasado bastantes veces por allí. Mi pueblo natal, Cardeñosa, de la provincia de Ávila, que por entonces tenía muchos canteros de granito, proporcionó mano de obra especializada para el mausoleo. Incluso tengo grabado el curioso testimonio de una viuda de un republicano de San Esteban del Valle -esto es en el Sur de la provincia de Ávila-, que trabajó forzosamente para "redimir pena" por haber combatido en el bando "rojo", y al cumplirla y quedar en libertad, como no ganaba mucho en la posguerra de su pueblo, se volvió a trabajar como asalariado a aquel lugar.
La gente dice que ver la obra merece la pena, pero yo ya creo que me esperaré a cuando la desfrnanquicen y coloquen a José Antonio como un muerto más. Así podemos ir tranquilamente a conocer qué hay allí, el mismo día que al Escorial, sin que nos confundan con unos fachas.
La guerra la ganaron ellos y no hay manera de empatarla. Yo creo que lo más digno para superarlo y hacer pedagogía, sería señalar las cunetas donde se asesinó a gente, hacer mapas en todas las comarcas, escribir los nombres en paneles y explicar someramente qué pasó; para que todo el mundo que quiera saber se entere. Lo de encontrar a Lorca o a tu paisano Antonio José, estaría muy bien, pero quizá sea más elocuente que, ya que nos hicieron perder toda la obra futura de esos treintaañeros, sigan eternamente perdidos sin descanso, sobre todo para los que piensan que la guerra era "inevitable".

Luis Pancorbo dijo...

Es indudable, Juan, que hay aún una enorme disfunción en España a la hora de enterrar a sus muertos. El patriotismo suena a inverosímil en un país que trata a muchos de sus muertos como alimañas.Ni los años corrigen esa saña.
El mapa de las cunetas cada día que se demora sí que es un delito de lesa patria. Pero ya se sabe que este es también el país donde se dice mucho por parte de los que no tienen interés en mover nada, salvo sus dineros negros: dejad que los muertos entierren a sus muertos. Ya, como decía Unamuno. Pero los muertos españoles, que uno sepa, no saben tirar de pico y pala.
Lorca, Antonio José, ¿dónde están? Viven en sus creaciones, en su poesía y música, pero qué lucha aún contra el olvido.
Se vive aquí, y se muere, de olvido. Como si lo que se olvida no existe.
Un abrazo
L.