domingo, 30 de octubre de 2016

DE AQUÍ A LA ETERNIDAD (O CASI)

Ahora que ya las Navidades están libres de imprevistos, salvo que se rompa la botella de anís al rascarla con un tenedor, o una muela dada la pasta de algún turrón, los ciudadanos españoles, con sus terminales políticas, tienen lo que no han impedido, un gobierno de aquí a la eternidad. El tiempo no remedia las cosas en España desde Juana la Loca, así que hay que tener paciencia. Y ver películas documentales como Recuerdos del Porvenir, de Marker, que proveen de la necesaria iconografía para ver que los cambios más reales se dan en la imaginación. España es un país que quiso cambiar en 1931, pero luego ya se ha ido plegando al devenir, una palabra que a uno le gusta mucho. La antropología de lo español puede llevar a conclusiones de un cierto cansancio. Hay un autor de mediados del siglo XVI, Antonio de Torquemada (nada tiene que ver con el inquisidor del mismo apellido) que propuso un Jardín de flores curiosas, libro que Don Julio Caro Baroja tenía en su debida consideración, y de hecho motivó en oblicuo su propio Jardín de flores raras. Los antropólogos no están siempre sometidos al imperio de la espuma de los días, y a la renuencia a los cambios de las sociedades. Es también oportuno señalar, como hace el Torquemada bueno, que en Villanueva del Obispo había una fuente que no manaba desde septiembre hasta marzo, pero en cambio originaba un buen arroyo entre los solsticios. No se sabe por qué, sí que ya la mencionó como real Lucio Marineo Sículo, el cual parece aún hoy una gran autoridad. Tal vez ir de fuente seca a fuente líquida cada seis meses sea un plazo razonable, algo menor que la eternidad, pero en fin, en menos tiempo, y ya casi pasados los santos puentes de noviembre, es difícil que aquí ocurra algún prodigio digno de mención.

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6 comentarios:

Patricia dijo...

Buenas tardes,

El sábado parecía ser el día señalado, era tiempo de calabazas, o mejor, de volver a dar calabazas en este amagüestu o castañada patria. Fechas estas para recordar a nuestros Difuntos, porque una ya tiene la sensación de que Todos somos Santos, unos por continuar soportando las crisis, otros por sobrevivir en guerras y muchos por aguantar necesidades. Somos una especie cuyas almas en pena procesionan en calles y caleyas, preguntándose otro año más donde está el truco y donde el trato, pues ya dice el cantar: “Capitán cualquiera es, pilotos son los carneros, los que pasan los trabajos, son los pobres marineros”.

No sé que podría añadir Schopenhauer si se levantara de la tumba a lo que escribía, en su Parerga..., hace más de ciento cincuenta años: (...) el carácter de las cosas en este mundo, no es tanto la imperfección, cuanto la desfiguración en todo: igual en lo moral, que en lo intelectual (...), en donde si se me permite, sabemos mucho en este país.

Así llevan casi toda la vida, como cuenta Trelles en una de sus narraciones “Vendiendo la burra”: ...Siendo que existió en la provincia de Málaga un hombre que tenía una yegua, la cual deseaba vender. Anunció su venta y le encargó a su hijo, que cuando se presentara un comprador, se opusiera a la misma con gritos y lloros, como si no le fuera gustoso el trato.
Llego en esto un comprador, y el chico hizo lo indicado, lloro y pateó por la yegua, por lo que creció el deseo de compra por el animal, y se cerró la venta. A los pocos días volvió el comprador, y todos creyeron que tenía intenciones de deshacer el trato o pedir que se le devolviera el dinero, cual fue la sorpresa, cuando en lugar de esto, le pidió al antiguo dueño que le prestara el chico para poder revender la yegua.

En fin, las cosas en este país como la materia, ni se crean ni se destruyen, más bien parece que se transforman, o mejor, se refinan. No hace mucho que leí una frase que decía, “es más fácil ponerse unas zapatillas, que alfombrar el mundo entero”, pues bien, continuaremos pacientes, de aquí a casi la eternidad, esperando al menos, no resbalar una vez que nos encontremos calzados.

Un saludo,
Patricia

Benito dijo...

Tal vez al género del documental pueda aplicársele aquello que comentaba Gonzalo Suárez hablando de cine. Cuanto más intentamos representar la realidad más nos alejemos de ella y cuanto más dejamos correr la ficción más nos aproximamos a la realidad.

Debemos ser cuidadosos con los conceptos de realidad y ficción, especialmente si nos deslizamos por la ladera de la antropología. Podemos recordar a Alan Rumsey cuando compara la lengua ngarinyin del noroeste de Australia con las lenguas occidentales. Rumsey aprecia una diferencia entre los dualismos occidentales de palabras-cosas y pensar-actuar. Para las lenguas occidentales las palabras no son cosas, representan cosas, sólo son signos cuyo propósito es representar una realidad que está más allá de nosotros. Todo ello soportado por una ideología dominante que emana desde las instituciones de prestigio como escuelas, universidades, periódicos… Pero según Rumsey los ngarinyin no asumen la dicotomía entre hablar y actuar, entre las cosas del mundo y hablar sobre ellas. Todo esto nos empuja hacia los estudios relativistas whorfianos de relación entre lenguaje y cultura. Pero como se encargo de matizar Lévi-Strauss en 1953 la relación es muy compleja y mucho ha llovido desde la conferencia que tuvo lugar en Bloomington entre antropólogos y lingüistas.

Si desde mediados del siglo XX llevamos arrastrando esas incertidumbres entre las relaciones del lenguaje y la cultura, sin conclusiones, al menos aparentemente definitivas. Nuestra intrincada situación patria actual tal vez requiera del paso de algún milenio para vislumbrar algún movimiento, de momento parece que todo va a quedar congelado hasta que se haga la digestión del turrón, y eso parece que va para largo, y después ya veremos que será otro año.

Saludos,
Benito

Luis Pancorbo dijo...

Parece que se impone la calabaza, ¿no crees, Patricia? ¿Cómo quitar ya a los niños hispanos todo su aprendizaje en el terreno del truco o trato? Y sin embargo muchos nos acordamos de cuando no había calabazas, sino un tiempo con invocaciones al ultramundo, primero todos los santos y luego todos los difuntos. ¿No eran demasiados en sólo dos días? En México no tienen necesidad de calabazas, sino de calaveras, y a ser posible no pintadas, sino de azúcar. Allí estos días se come la muerte dulce, y al comerse uno un cráneo creo que va más lejos que cuando se come un hueso de santo, nada digamos de un buñuelo de viento.
Son tantas las figuraciones que tiene que llevar razón Schopenhauer viendo todo como una fantasmagoría, lo cual es incluso lo que algunos creen, la verdad de su realidad. Supongo a estas alturas que todo está compuesto de fragmentos de certidumbre, y por cierto me gusta mucho el verso que nos traes, Patricia, el de los carneros que toman el mando de las naves, junto con los marineros, pues los capitanes se han olvidado del rumbo.
Por eso uno se asoma a babor, o a estribor, a proa o a popa, y se pregunta: ¿Adónde vamos?
Un abrazo
L.

Luis Pancorbo dijo...

Sólo tenemos nombres desnudos, así acaba Eco "El nombre de la rosa". Nomina nuda tenemus otra vez. Pero evidentemente, Benito, el lenguaje está compuesto por signos, y los maestros semióticos los desentrañaron en gran cantidad y calidad. Otra cosa es la perplejidad antropológica frente a variados grupos indígenas. Incluidos nosotros, claro. Si hablamos de los melanesios, ¿su mundo era el que decían que era? ¿En qué idioma lo decían? ¿En el suyo propio o en el del intérprete, o en el del antropólogo que traducía y componía el conjunto? Malinowski en las Trobriand llegó a suponer grandes cuestiones ontológicas de los nativos por lo que le decían que pensaban. Por ejemplo sobre cómo se concebía un niño. No era un resultado sexual. Se debía a un extraño zarcillo que se introducía en el oído de la mujer (dado que los hombres no parían) y se supone que sucedía en un estado más o menos onírico. En fin, las representaciones del mundo a través de los diferentes lenguajes arrojan un gran grado de improbabilidad. Ni siquiera es cierto que nos quedamos al final con los nombres desnudos, perdiendo las nieves de antaño, los castillos y poderes, las ambiciones y los gobiernos. Pues otra vez Sísifo ha de recomenzar: ¿ese nombre desnudo, si es el idioma de los atbalmin, por qué quiere decir ángel si ellos no tienen ángeles?
Eytan Bercovitch, como buen antropólogo y gran estudioso de los atbalmin, una tribu que pude conocer en el confín entre Papúa e Irian Jaya hace treinta y cinco años, tampoco llega a una conclusión de las que se suelen grabar en tablas de la ley, o en tablas matemáticas. "Los atbalmin que conocí consideran sus vidas sociales en términos de una oposición entre algo recto y visible y algo incorrecto y oculto". Lógicamente eso está bien expresado,pero recuerdo que para lo oculto aquellos nativos tenían un lugar específico, en una ladera boscosa de un monte, un sitio naturalmente tabú, pero no por eso menos real. Y la rueda sigue.
Aquí va de los huesos de santo del nuevo gobierno, algunos ya rellenos de maracuyá. No hay límite, se añora acaso la vieja palabra dada, algo que era mejor que un caurís.
Un abrazo
L.

juan de la cruz471 dijo...

Tuve la fortuna de encontrarme en casa de mis padres, con la televisión encendida (es que yo no suelo ver esas cosas) cuando Pedro Sánchez, cuya esbelta complexión he calculado que se me parece al famoso icono, estuvo "de Oscar" exponiendo sus razones y proyectos. Fue muy bonito, con gran oficio, como el hijo del vendedor de burras de la provincia de Málaga que nos cuenta Patricia y "el principio de una gran amistad" como acaba La Película. Lograron un gobierno de conveniencia, que tiene la superdeuda superior al PIB, pero que alardea de que este verano se crearon un montón de puestos de trabajo, aprovechando todos los vientos favorables, y un PSOE en regeneración externa con un líder que enamora, desde ese paseo por el aeropuerto de Casablanca, que es tan prometedor. Pedro Sánchez volverá como De Gaulle que es lo que representa el actor que pasea con Humprey. Es un final tan abierto...

Luis Pancorbo dijo...

Bueno, Juan, ¿y dónde está Ingrid Bergman? No creo que esa mujer pueda tener parangón ni político, ni físico, ni químico. Por lo demás, es verdad, este es el país donde se venden bien las burras malas. Se necesita un truco, y un trato, y alguien que llore, como en la historia de Patricia a la que te refieres, pero al final vender la burra vieja se convierte en sistema de la feria. Yo proponía la historia de Villanueva del Obispo, y de su fuente que sólo mana seis meses. Pero Antonio de Torquemada ni siquiera la daba por única, por portento sin igual."También Sinforiano Campegio dice de otra fuente que está entre los Alobroges, en Francia, que tiene propiedad maravillosa de criar en sí unas piedras que tienen virtud de sanar el mal de los ojos y quitar todas las superfluidades que se crían en ellos".
Si consiguiéresemos repartir esas piedras a los votantes y televidentes tal vez no se llevarían sorpresas mayúsculas de alteración de la realidad. Lo visible no tiene nada que ver con el poder real.
Y así vemos o vamos.
Un abrazo
L.