Con o sin ron el verano, y sus tribulaciones, se pasan mejor con libros, música y películas. Estremece volver a oír "Lascia ch'io pianga" (Déjame que llore), del "Rinaldo" de Haëndel, en la polémica película "Anticristo" de Von Trier. La música excelsa ilustra una de las escenas más patéticas que se pueden concebir, en blanco y negro, cámara con enorme obturación, un niño atraído por la ventana, por el vacío, luego la muerte, la culpa... En otra película, "Farinelli", sobre la vida del gran castrato, también cobraba su debida importancia ese fragmento operístico pero en un contexto de cierto freakismo melodramático. Ahora el terrible Von Trier del "Anticristo" desmenuza tremendamente el dolor humano al ritmo de Häendel y la nevada. Pero "deja que llore" es algo incompleto. La letra es mucho más expresiva: "Deja que llore mi cruda suerte/y que suspire por la libertad" ("Lascia ch'io pianga mia cruda sorte/ e che sospiri la libertà". Suspirar por la libertad, eso sí que es irrenunciable por mucho calor y tufos que desprenda la olla pública española en manos de burdos trinchadores de grillos.
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