Se diría que
nuestro tiempo es más de involución. Al menos involucionamos con las dos
guerras abiertas en el planeta. Y con ese irrefrenable deseo de emigrar y mejorar
que tiene buena parte del mundo sumido hace siglos en las diversas escalas de
la pobreza y la desigualdad. ¿Cómo osan molestarnos? ¿No ven, como Elon Musk, y
algún que otro líder mundial, que vamos hacia las estrellas?
Un
arqueólogo de Cambridge, que trabaja desde hace años en las excavaciones de
Oued Beht, vuelve a poner un punto de esperanza, aunque sea retrocediendo cinco
mil años. En ese rincón del Atlas Medio marroquí florecía una sociedad agrícola
y ganadera, cuya existencia nadie preveía. ¿Un vergel en el Neolítico? ¿Y en un
lugar de África tan lejos del Nilo? Lo que aún no se sabe es a quién adoraban
allí y cómo se regían.