sábado, 12 de septiembre de 2020

VERANO INDIO EN SEPRIEMBRE

El verano indio, indian summer, es la última ilusión antes de las lluvias, si las hubiere, y las nostalgias que seguro habrá. Cualquier tiempo pasado no llevaba tanto virus suelto, Es increíble. Apenas se puede dictaminar qué ha producido, no sólo el Covid-19 sino un nuevo mundo enmascarado. Sin  embargo el mundo está ya con un pie en el 5G, y sus correspondientes radiaciones que naturalmente serán cosa de poca monta. Y por otro lado  se afirma   el S lance capitalusm, el capitalismo de vigilancia, de cuyos estragos, más que pandémicos, avisa por ejemplo Shosgana  Zuboff, profesora de Harvard Business School.  La vigilancia es una nueva mercancía, como el café, el  plomo, o las lentejas. El caso es que estás en pocas manos, privadas, y  no parece extraño  que puedan controlar seis millones de predicciones de conductas en un segundo. Eso es algo más sofisticado o que la Operación Kitchen con  uno disfrazado de cura  con pistola incluida.


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11 comentarios:

PF dijo...

Buenas tardes,

Poco queda ya para el tiempo de las castañas y la caída de las hojas, poco queda ya para un nuevo otoño, sí, ese tiempo de nostalgia en el que la noche gana tiempo al día, y las lluvias al sol, pero, como se dice también nunca llovió, que no parara.
Sí, un actual mundo con caretas y fuera, por desgracia de las bromas en época carnavalesca, aunque algunos tratan de negar la realidad, que por desgracia las cifras recuerdan cada día.

Como se puede leer en 1984 de Orwell: (…) A Winston le sorprendía que lo más característico de la vida moderna no fuera su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su absoluta falta de contenido (…) se trataba sólo de pasar el tiempo en inmundas tareas, luchar para poder meterse en el Metro, remendarse un calcetín como un colador, disolver con resignación una pastilla de sacarina y emplear toda la habilidad posible para conservar una colilla.

El problema quizás sea, parafraseando al autor, que hasta que uno no tenga conciencia de su fuerza, no se podrá revelar ante la posverdad del mundo, y aún después de habernos revelados, no queramos ser conscientes de ello, se podría decir que andamos con el calcetín de antifaz, y pensando como Neruda:

(…) Y es esta la moral de mi Oda:
Dos veces es belleza la belleza,
y lo que es bueno es doblemente bueno,
cuando se trata de dos calcetines
de lana en el invierno.


Y como en esta vida, hay que procurar ver la botella medio llena, aunque nos estemos ahogando en ella, sólo decir para terminar, que debemos tener esperanza, aunque esta sea el sueño del hombre despierto, pero por ello precisamente, me viene mal dormir, no sea que retornen las pesadillas con el séptimo de caballería incluido.

Un saludo,
Patricia

B Fernandez dijo...

Parece que cada vez estamos más mediatizados por los “sistemas expertos”, esas formas abstractas y separadas de las condiciones locales y particulares. Ya no interactuamos con bancarios en un banco, con vendedores en una tienda, etc. Nos peleamos con máquinas, que a pesar de llevar el apelativo de inteligentes parecen monstruos para algunos, vacas sagradas para unos pocos y barreras imposibles para el resto, aunque cada vez más, estos últimos cuenten cada vez menos. Tal vez, deberíamos entender como dice Isabelle Stengers que se trataría de persuadir a las voces políticas del sentimiento de que no dominan la situación que discuten, que la arena política está poblada de sombras de aquello que no tiene una voz política, que no la puede tener o no quieren tenerla. Ya en el canto primero de La Divina comedia Dante escribía.

En medio del camino de, la vida,
errante me encontré por selva oscura,
en que la recta vía era perdida.
¡Ay, qué decir lo que era, es cosa dura,
esta selva salvaje, áspera y fuerte,
que en la mente renueva la pavura!
i Tan amarga es, que es poco más la muerte!
Mas al tratar del bien que allí encontrara,
otras cosas diré que, vi por suerte.

Tendremos que asirnos a esas otras cosas que nos quedan por ver, a esas otras cosas que no dependen del 5G, ni de las inquisiciones de turno. Intentar separarse en la medida de la posible, de estos nuevos autos de fe tecnológicos. Como escribe Octavio Paz.

Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.

Aunque por el momento parece que continuaremos con el tiempo de silencio

Un saludo,
Benito Fernández

Luis Pancorbo dijo...

Qyé bueno, Patricia, el dicho e Nunca llovió, que no parara,.
La cuestión es que la guerra de los coronavirus viene para quedarse, añadida a la del 6G, y ek caoitalismo de vigilancia.
Ojalá toodo fuera tan sencillo como un calceyón o una mascarilla. Ahora nuestro móvil nos espía, o nos espiará aún más en lo que también nos recuerdas, la vaciedad del mundo donde Winston cayó.
Nadue supo en 1984 cómo había sido.
Un abrazo
L-

Luis Pancorbo dijo...

Tie,po del silencio, Benito, pero son un griterío que horrorizaría a Octavio Paz.
Escoges dos poetas, éñ y Dante, que excavaron en la selva oscura que en sus épocas sólo s ivslumbraba,
Vislum res titó Paz a uno de sus libros. Pero iba al fondo.
Como haceis Patricia y tú.
Por lo demás qué es la nueva realidad. Pues que se contagian hasta indios de la remota Amazonia, y hasta de las más remotas islas indias de Andamán. Esos negritos de Andamán, prototipos de la última frontera del buen salvaje, los sentineleses, los jarawas, son pocos cientos, pero caen enfermos porque no están tan aislados. Un cierto turismo iba a verlos a cierta distancia y el gobierno indio con sus agentes se metía y mete en sus reservas. Resultado: Covid-19 en el paraíso perdido.
Un abrazo
L-

juan de la cruz471 dijo...

"La vigilancia es la nueva mercancía" dices Luis, y yo te abundo con el miedo a los "Okupas". Parece que el confinamiento provocó que muchas segundas residencias se vieran sobreexpuestas a este indeseable riesgo.
Claro que hay ganancias de pescadores: las empresas de seguridad ahora anuncian su mercancía como antídoto a la "okupación". Y los modestos terminarán pasando por el aro en beneficio de aquellas cuentas de resultados; tengo unos vecinos en el piso de abajo, -jubilados- que se iban los veranos a su casa del pueblo y no pisaban por aquí hasta los fríos, pero este atípico vienen todas las semanas a hacer una noche y a "dar una vuelta".
El miedo es uno de los mejores estímulos; ahora en todas las economías domésticas tiene que haber una pequeña partida para mascarillas y quizá otra para hidroalcohólico. (Con lo mal que sonaba alcohólico en la antigua normalidad).
En toda la vida hay un gen de muerte. Esperemos seguir siendo asintomáticos por un tiempo razonable. Salud, Luis, y la compaña.


Luis Pancorbo dijo...

La vigilancia que ya mueve medio mundo es como un virus de crecimiento exponencial. Zuboff ha escrito un libro explicando lo obvio amenazante: está en cuatro manos privadas una inmensa riqueza que además se deriva de una commodity o mercancía que por primera vez no se puede coger ni oler como si fuera cacao. estaño, petróleo. Y está en manos privadas, Google, Microsoft, y demás. Se cree que Bill Gates tiene tanto dinero como un país, pongamos el Perú.
Aquí también nos llega el ramalazo. Dices bien, Juan, sobre el auge de las empresas de seguridad en España .y más con tanto okupa. . Lo que dudo es que funcionen las aplicaciones en los móviles para rastrear contactos y posibles contagios.
Una cosa es nuestra modernidad telefónica y otra el acatamiento y la cohesión.
En España se quiere el ree el resquiicio de autonomía, priavidad y libertad que aún puede quedar con un móvil. IMagino.
Espero que estés bien en esta pandemia de tantas capas y máscaras.
Un abrazo
L-

Puri dijo...

Hola, estimado Luis. Tengo tu blog en la pantalla de inicio del teléfono y te sigo todos los meses, aunque no suelo entrar porque no tengo el nivel académico y lo sé. Este mes entro para compartir una certeza... de saber lo que nos iba a deparar este año, escupo las 12 uvas, xD. Y mira que parecía un año redondo, 2020. De repente, la pesadilla.
Pero, como de todo lo malo hay que sacar algo bueno, eso dicen, yo ahora me sé lo que nunca me he sabido antes, el mapa del centro de Madrid. Gran Via para arriba, Chueca y Malasaña. Gran Vía para abajo, Callao, Opera, Sol, Plaza Mayor (me encanta toda la zona de la plaza Mayor) y la calle Mayor. A la izquierda de la calle Mayor, el Palacio Real, la Almudena y el Manzanares (un hilillo de agua...), hacia abajo, La Latina y Lavapiés (pero no he estado desde la Navidad del 2017, y ya no los recuerdo). Volvemos a Gran Via, y a la derecha, el Paseo de la Castellana, la Puerta de Alcalá, Cibeles, Neptuno, el Prado, el Retiro, Plaza de Colón y el Barrio de Salamanca, donde encontré un hotelito superbarato el 16 de Agosto. ¡En ese barrio tan elegante, xD!😅 Te cuento todo esto de memoria, porque me lo he aprendido todo pateándolo, y guiándome por el sol (y qué sol, como una sartén), nada de metro. Sólo cojo taxi para ir y venir de Chamartín. Todo lo demás, andando.
Voy a seguir yendo a la Villa y Corte, y el tiempo dirá qué demonios es todo esto y cuándo va a terminar, (esperemos que pronto). Pero es tal el estupor, la incredulidad, la rabia y la impotencia que tengo ante todos nuestros derechos pisoteados, la libertad vigilada, el trapo en la cara y por la cara, que al menos eso me hace tirar para adelante sin un ápice de pena o miedo.
Te comento, la parte viajera. Tanto ir y venir con el Alvia, ya me sé de memoria el trocito de piel de toro que recorremos. Y cuando llegamos a Burgos, siempre me acuerdo de ti, con gran cariño y afecto. Y saludo a mis nuevos amigos, los preciosos y graciosos girasoles al borde de las vías. Los tuneles de Guadarrama me dan miedo, no me gusta estar bajo tierra, y me sumerjo en un libro para no pensar. Es el único tramo del viaje que no me gusta.
Alguna vez que he pasado por Pancorbo en autobús, me he quedado anonadada de cómo un pueblecito tan pequeño y esquinado puede ser tan hermoso, con esos acantilados de cuento. No me extraña que lo hayas escogido para ti. Es mágico y precioso. Y eso que sólo lo veo un momento, desde la carretera.
Termino ya, deseándote todo todo lo mejor, cuídate mucho. Aquí se te sigue todos los meses, y es un honor tenerte de amigo en Facebook, aunque no te prodigues mucho por allí.
Un abrazo gigante de ésos que ahora nos quieren prohibir, y de todo corazón. Cuídate mucho, Luis. Con todo afecto

Diego Calleja dijo...

Vienen los tonos marrones y grises. Es el color del horizonte que nos espera. Y también vienen por el otoño, que está a la vuelta de la esquina.
Los tonos marrones, amarillos apagados o grises del otoño son bonitos a su manera, a mí me gustan. En cambio, los tonos ocres oscuros del porvenir que se atisba no me gustan nada. El problema de la enfermedad (se embota aún más el sistema sanitario, etc.), se junta con el palo a la economía (vacas flacas se queda en un eufemismo), la obsesión enfermiza de los poderes por controlar a la gente, contando para ello cada vez con más tecnología, el aumento de la población y el creciente poder de las entidades bancarias. Nos crecen los enanos se queda corto. Si se marcha el rey del país mal asunto.
Hemos pasado el pico de bienestar. Por lo visto, hasta ahora era lo bueno.
El caso es que resulta llamativo con que facilidad la sociedad asimila los cambios a los que se la somete si se hacen despacio. Si les das tiempo, te clavarían un cuchillo sin que te enteres. Casi no nos acordamos ya de cuando pusieron la primera cámara de vídeo en Londres, y cómo se puso la gente. Hoy se ve como algo normal que esté todo lleno. Esa va a ser la evolución que va a seguir. A la vuelta de cinco años, aguantaremos cosas hoy insospechadas.
Sé que te refieres a la vigilancia en la red, que crece conforme aumenta la tecnología, y va a toda leche.
En realidad nos va a dar igual, porque en diez años nos va a haber invadido media África, y no va a haber quien pare.
Así que intentaremos disfrutar del otoño mientras nos dejen. A ver si llueve y podemos ir a por setas sin que nos graben ni nos graven, que será un imposible en el futuro si seguimos este camino.
Un saludo.

Luis Pancorbo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luis Pancorbo dijo...

En efecto. Diego. esa es la surveillance, la vigilancia. que preocupa que estéen tan pocas y poco fiables manos.
Akká vamos de cabeza, con el virus tocando el tambor de una nueva era de control.
Sin hablar de las instalaciones de 5G que son por supuesto nada sanas y menos en comparación a ir a un biejo bosque a coger setas.
Saludos cordiales
L,.

Luis Pancorbo dijo...

Gracias también, Diego, por tu primer comentario más que viajero.
L.