sábado, 22 de marzo de 2014

MATEMOS AL GATOPARDO

Tiene que cambiar todo para que todo se quede como antes. Esa es la frase del Gatopardo, novela y película geniales respectivamente de Tomasi y Visconti. Ahora triunfa en Italia un libro "Ammazziamo il Gattopardo" ("Matemos al Gatopardo"), de Alan Friedman, un periodista norteamericano que ha trabajado en Nueva York, y en la BBC y hasta en la RAI. Su libro arrasa porque dice que si Italia quiere hacer algo en serio debe dejarse de mentalidades gatopardianas. Basta de dar un poco de maquillaje y que siga la impostura del régimen instalado. En cambio habría que acabar con la deuda pública, crear puestos de trabajo, cortar por lo sano las pensiones de lujo de políticos y capos de grandes corporaciones bancarias e industriales, rediseñar la administración pública, sanear la sanidad pública y el sistema de regiones y otros pantanos insondables de gasto... Friedman, haciendo honor a su apellido, aboga por las privatizaciones y el liberalismo, y no se pronuncia sobre cuándo será el final de la mafia. Porque una cosa es matar al gatopardo y otra quedarse con su piel. Pero la propuesta al menos es sugestiva: Lets kill the ocelot. Aquí en España algunos lloran sobre el cántaro roto de la transición, qué tiempos aquellos, cuando de lo que se trataría es de una refundación del país, porque la regeneración ya se quedaría corta. Y por supuesto ni llega.


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5 comentarios:

Patricia dijo...

Buenos días,

Como diría el eslogan, ya es primavera, tanto en Italia como en España. A Heráclito le es atribuida la idea de que uno no puede saltar dos veces el mismo río, bien parece que los cambios de los últimos tiempos tanto aquí como en otros lugares, hacen que el hombre ese ser flexible que se adapta en la sociedad a los pensamientos y las impreciones de los otros, según Montesquieu, permanezca en la orilla, mientras en este río revuelto, los mismos pescadores se llevan las ganancias, bajo el amparo de leyes que podríamos calificar de intemporales:

(...) nuestra estructura económica se ha modificado profundamente. Resueltos un sin fin de problemas hay que enfrentarse ahora con otros derivados tanto del nivel de vida ya alcanzado cuanto de la evolución de la economía mundial (…).

Para ello son imprescindibles unas medidas de adaptación que sin romper con la continuidad de nuestro proceso económico aseguren un crecimiento de la producción respaldada por una política de ahorro y contención del gasto (…).

Por otra parte es necesario que la nueva ordenación económica esté dotada de la debida flexibilidad para que sea susceptible de sufrir los reajustes necesarios y las revisiones oportunas (…)


Los anteriores son fragmentos del Decreto-Ley de julio de 1959 de ordenación económica, pero podría ser perfectamente julio de 2012, ya sabemos, si queremos que todo siga igual es preciso que todo cambie.

Un saludo,
Patricia

Luis Pancorbo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luis Pancorbo dijo...

Es increíble, pero cierto, Patricia. Has conseguido rescatar un puro lenguaje gatopardiano de 1959, como si fuese de hoy. Esa es la esencia del sistema, el mantenimiento en el poder con los disfraces que se necesiten a lo largo del tiempo. El príncipe de Salina, el verdadero Gatopardo, podría haber firmado ese decreto franquista.
Pero es que avanzamos hacia atrás con gran alegría. Un tribunal italiano acaba de revocar la prohibición de navegación de los grandes cruceros de lujo en el centro de Venecia. Se trata de moles de 15 pisos que desplazan 100.000 toneladas, más las que lanzan con su movimiento contra las frágiles edificaciones venecianas. Hasta ahora esos cruceros de lujo no podían cruzar el Canal de la Giudecca para permitir a los turistas una visión privilegiada, desde puentes y camarotes, de la Plaza de San Marcos. Pero, ¿y el dinero? ¿Es que no cuenta el dinero ni la industria turística y asociada? ¿Y los políticos es que van a ser siempre almas incorruptas? Los ingleses lo dicen muy gráficamente: "Money talks". El dinero habla y cuando lo hace el Gatopardo se inventa alguna mejora, ya habrá tiempo de cambiar eso también si no interesa.
Y ya lo han amenazado también en Venecia con un referéndum de secesión por internet, que por supuesto han ganado sus promotores. Si Italia no nos da más y más, nos vamos de Italia. O sea, que no se van de Italia y conseguirán más.
Me parece que el gatopardismo, tan vinculado a Italia y a España por ejemplo, es una simulación del progreso, una hipocresía típica de países que parecen tener la evolución como norma, y luego hacen todo lo posible por debajo para dinamitar la reforma real de las cosas. Es lo que diferencia el gatopardismo, que todo cambie para que se quede igual que antes, con la tradición de muchas culturas indígenas del mundo. Ahí no se concebiría el progreso si se basa en una simulación, para volver al punto de partida. Mejor es quedarse en lo que se piensa, y siempre se pensó, aunque a otros les parezca absurdo o atrasado. Y si por algún motivo, que también los habría sobre muchos aspectos retrógrados, ha de venir la revolución, que no sea para hacer barullo y dejar todo como antes.

Un abrazo
L.P.

Benito dijo...

Que todo cambie para que todo quede igual, parece impregnar como un todo nuestra realidad una y otra vez, a diferencia de lo que podríamos suponer recordando a Van Gennep y sus estudios sobre los ritos de paso, su consideración de que los ritos estaban compuestos por tres fases, una de separación, otra de transición y una de reincorporación a una nueva situación… Como las personas que pasan por los rituales abandonan simbólicamente su antiguo estatus y se integran en uno nuevo

El problema puede ser que transición, regeneración, rehabilitación,… se convierten en ritos de paso, pero no en el sentido de Van Gennep, con un antes, un durante y un después diferente, sino con un antes, un durante y otra vez un antes, aunque esta vez disfrazado y camuflado con promesas de nuevos becerros de oro que nunca acaban de materializarse. Pero, siempre están los mandatarios, las grandes empresas y demás a los que los ritos de paso sólo parecen engordarles sus cuentas de resultados.

En fin, las transiciones en Italia, España parecen hoy más que nunca de unos pocos, que por supuesto no somos todos, faltaría más… Deberemos seguir esperando nuestro verdadero rito de paso y deseando que sea para mejorar.

Saludos,
Benito

Luis Pancorbo dijo...

Queda poco espacio para encontrar ritos de pasaje tras la obra de Arnold Van Gennep, que bien conoces, Benito.
La sociedad occidental piensa que ha llegado a su apogeo, quizás el momento en que empieza el declive, y en todo caso prefiere el tartufismo, o el gatopardismo, a una reforma en serio de lo que va mal. Odiando, por supuesto, la revolución, que eso implica costos y sacrificio. Mejor, lo dicho, que todo cambie y se quede como antes.
Van Gennep dedica un capítulo a "Otros tipos de ritos de pasaje", que no son por tanto los más conocidos. Por ejemplo el mylitta, rito que debían seguir las chicas de una tribu australiana: se debían ofrecer a un extranjero y recibir una moneda de él. "La mejor interpretación de ese rito ha sido dada por Westermarck, quien cree que, dado el poder sagrado del extranjero, eso era un medio de garantizar la fertilidad de la muchacha".
También Van Gennep creía que la "licencia sexual" practicada por ciertas sectas rusas no se debía tanto a una "promiscuidad primitiva" cuanto a ser "...una expresión cabal de la misma idea de incorporación".
Ahora veo un perfil de nuevo rito de pasaje en España: una prominente figura del PP dice que habría pedir perdón por el latrocinio practicado. Tras eso, indudablemente idóneo en periodo cuaresmal, vendría la catarsis. Y el señor Gatopardo echándose unas risas.

Un abrazo
L.P.
L.P.