Llegó el
tiempo de los cangrejos rojos de Navidad. Así se llama realmente Christmas, isla
que pertenece a Australia, aun estando situada en el Índico. Respecto a los
cangrejos rojos este mes completan su gran desove anual. Nada tienen que ver
con las nécoras y por ese lado se salvan. A los isleños de Christmas no les
gustan estos crustáceos por insípidos y molestos. Deben despejar sus carreteras
y jardines con sopladores de aire y rastrillos.
Es una especie de batalla perdida contra millones de crustáceos bermejos,
que si se les deja se subirían hasta las barbas. Como una especie de riada salen
del bosque en dirección al mar. En la orilla se aparean. Y como relojes con
patas los cangrejos rojos culminan sus dos oleadas reproductivas de noviembre y
diciembre. La mayoría de la escasa población local es musulmana y budista, y la
Navidad no entra en sus celebraciones. Aguantan como pueden la invasión anual
de una especie protegida a la que ni se puede molestar. Y eso pasa en una distinta Navidad del mundo,
tan lejos del turrón blando, duro, o de otro color. Donde no resuenan los “Cantos
de inocencia y de experiencia”, que inventó para explicar la vida el poeta
William Blake.