sábado, 13 de mayo de 2023

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

  

La Inteligencia Artificial es cierto que cambiará mucho el mundo, pero no es seguro que nos gobiernen los robots. Siempre hay una mente humana (o casi) detrás de programas y sistemas. Que algunos se declaren insurrectos será porque así los han programado personas inteligentes, pertenecientes a nuestra especie, el Homo Sapiens. Otra cosa es que muchos de esos inventores y programadores humanos, y Mefistófeles varios, lo que más tengan por horizonte es su orgullo (dominar) y su dinero (acumular). Las consecuencias, mañana. Pero no se puede parar. Ya sabemos que una máquina o criatura artificial escribe por ejemplo poesías, cuentos, ensayos, si le das pie. ¿Cuándo se van a declarar independientes esas máquinas o programas?  Seguro que la Inteligencia Artificial llegará a aconsejar al usuario el mejor voto en unas elecciones. La máquina adivina el porvenir: el resultado electoral y lo mejor para la cartera del votante, y hasta del corazón que va debajo de eso. Con ordenadores que dictan así ya no hay lugar para la duda metódica, o cartesiana. Y aún menos habrá espacio para el arrepentimiento. El mundo que es ansí.

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5 comentarios:

PF dijo...

Buenas tardes,

Hace cincuenta años, en 1973, que la Unesco titulaba su revista El correo del mes de octubre “¿Derechos humanos? 40 millones de niños-obrero en el mundo”. Casi cincuenta años después los titulares hablan de la contratación ilegal de menores inmigrantes en EEUU, ¿se ha mejorado? ¿cambiado el mundo?, puede que sí, pero aparentemente no para mejor.

Hay quienes sienten fascinación por lo moderno, nos hace creer que somos extraordinarios, superiores si se permite la expresión, menos mal que existe ese contrapunto de prudencia, que hace a algunos desconfiados y se vean esos avances o retrocesos, que nunca se sabe, con cierta inquietud, pues, ¿dónde empieza lo real y lo irreal? ¿la verdad y la mentira? Puede que sólo tengamos respuestas desconcertantes, como aquellas que se narran en los cuentos orales, y así:

Un asturiano vendió unos bueyes a un castellano, y tras un año, fue el asturiano a Castilla a ver si se le pagaba el ganado, encontrando un rapaz, al que le preguntó primero por la madre:
—¿Dónde está tu madre?
—Mi madre fue a moler la vianda que comimos antes de ayer.
—¿Y cómo fue a moler la vianda que comisteis antes de ayer?
—Porque antes de ayer no teníamos harina y fue a pedirlo, y hoy fue a molerlo para devolverlo.
—¿Dónde está tu hermana?
—Mi hermana está llorando las risas del año pasado.
—¿Y por qué está llorando las risas del año pasado?
—Porque el año pasado tenía un novio y ríase mucho con él. Ahora tuvo un chiquillo y llora muncho con el chiquillo.
—¿Dónde está tu padre?
—Mi padre fue a poner unas zarzas para que las merinas dejaran allí la lana para para pagar unos bueyes a un asturiano que compró el año pasado.


Es una pena, pero “el mundo es ansi”, quizás no estaría mal imaginar ese mundo al revés de Goytisolo, en el que...todos los niños pudieran soñar, el político llegara a donar y los bancos a dar generosidad.

Un saludo,
Patricia

Luis Pancorbo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
B Fernandez dijo...

Si nos fijamos en el principio del siglo XX los avances científicos y técnicos en todos los campos parecían augurar un futuro prometedor, sin embargo, problemas de todo tipo desembocaron en dos guerras mundiales y la posterior política de bloques con su terror nuclear. Todo aquel desarrollo tecnológico hizo posible la guerra industrial y sus desastres.

Parece que podemos chocar otra vez con la misma piedra, se escuchan discursos sobre las bombas inteligentes, los drones, los robots autónomos… al final todo parece ser para lo mismo, el hierro y su poder perturbador al que se refería Ferlosio, y que tarde o temprano se utiliza y generalmente mal.

Esa inteligencia artificial que parece ser capaz de crear poemas, conducir coches y destruir ciudades, pero no parece ser capaz de acabar con las listas de espera en la sanidad, las sequías o el desastre humanitario junto al río Grande.
Hasta los poetas y su poesía están en peligro con esta neblina que parece rodearnos, afortunadamente lo llamado analógico puede ayudarnos, podemos afirmar que Alberti existió y que escribió poemas como este:

¡Paz, paz, paz! Paz luminosa.
Una vida de armonía
sobre una tierra dichosa.
Paz sin fin, paz verdadera.
Paz que al alba se levante
y a la noche no se muera.

Tal vez en la imperfección perfecta de nuestra inteligencia natural, en la que constantemente caemos o en palabras atribuidas a Kafka: “Cuando uno está solo, la imperfección debe soportarse cada minuto del día”. Nos ayude a soportar esa inteligencia artificial.

Un saludo,
Benito Fernández

Luis Pancorbo dijo...

La verdad es queel ingenioso cuento asturiano que nos recuerdas, Patricia, evoca mucho el País de las Maravillas de Carroll. Es un alivio sostener que hay un mundo que llega al límite de nuestra lógica. Y ahí se retuerce. Eso no es lo malo, al contrario.Sin los sueños, por ejemplo,no existe la mitad de la verdad de cada vida humana. Pero lo que nos cae encima no es fino: coches sin conductor, y hasta programas que te redactan lo que les mandes; y drones-bombas, como en Ucania, que entablan una especie de conversación con el soldado enemigo, y que administran su rendición (o muerte)... Son sólo unos pocos ejemplos de la que nos va a caer. Si fuera lluvia de abril, pero no del próximo año, del último y fenecido abril ...
Un abrazo
L.

Luis Pancorbo dijo...

A mi parecer, Benito, aciertas con el diagnóstico y el pronóstico. Nos están vendiendo la burra (eso se decía antes). Ferlosio era implacable en su lucidez: el hierro sigue siendo el ganador sobre el hombre. Claro que el hombre es -somos- suma de imperfección, y fragilidad. Kafka, como también nos recuerdas, Benito, fue luminoso con su frase, pues se conocía a sí mismo, y de ahí conocía el percal, todos y cada uno.
Y luego Alberti (yo me atrevía a llamarle Don Rafael en la Roma de antes de 1975), en su casa de Via Garibaldi. que fue un oasis también para uno en aquellos años de hierro).
Pero en España cunde el olvido. ¿Quién dijo primavera? A ése que lo fusilen.
Un abrazo
L.