Por fin hay una
ley en España que protege a los animales. Tiene muchos huecos, pero es mejor
que nada. Los animales se han mirado como competidores en la piel de toro. ¿No
hay aquí personas que son auténticos animales? La mayor difrencia son las
cuatro patas. Parafraseando a Orwelll cuatro patas es malo, dos patas es
superior. Sin olvidar que todos los cerdos de la Granja son iguales, pero los
hay que son más iguales que los otros. Lamentablemente se ha excluido de la nueva
ley a los perros de caza, a lo mejor porque son votantes natos. Y así también hay
que esperar en la misericordia de algunos cazadores para no ahorcar galgos una
vez usados. También es muy clemente la legislación taurina que permite matar a
los toros después de someterlos a banderilleros, picadores y finalmente
matadores poco diestros. El país avanza hacia la era postnuclear, pero nuestra
relación con los animales no es tan sutil como la de aquellos salvajes amerindios
que concibieron tenas de tanta enjundia como el nahualismo. No es lo mismo que
lo de los seres sintientes. El nahual podía ser el jaguar, o el coyote, y el alter
ego de una persona, no sólo de un chamán. Y viceversa: el jaguar podía
tener un doble humano. Para que luego los indios fuesen tachados de ignorantes,
inferiores, conquistables y por supuesto eliminables. Viva la Santa Paloma. Y el Escarabajo Pelotero.
www.luisancorbo.com
www.otrospueblos.com