Nunca son malos tiempos para la lírica, pero hay que reconocer que el calentamiento global a este paso se puede acompañar de las peores armas. No importa. Algunos bosques supervivientes de España se tiñen de colores: vuelve el gozo de contemplar lo caducifolio. Pero entreoyendo tambores de guerra.
Eso no
es lo peor. Lo peor es que caigan bombas nucleares tácticas, de las que
aprendemos sobre la marcha, que son las más inofensivas dentro de su absoluto horror.
Algunos expertos quieren consolarnos. Las nucleares tácticas no son como las
bombas de Hiroshima y Nagasaki, sino más pequeñas y sensatas, incluso acotables
a, por ejemplo, un perímetro de 4x4 kilómetros. Eso no es nada aunque desde luego
allí se desintegraría todo: O dicho con lírica y Bach: se disolverían, aparte
de edificios sensibles, los pájaros y los árboles, y las personas -personas
humanas por supuesto- que estuviesen aún em ese mismo lugar y a la misma hora
de esta extraña galaxia.