La Inteligencia Artificial es cierto que cambiará mucho el mundo, pero no es seguro que nos gobiernen los robots. Siempre hay una mente humana (o casi) detrás de programas y sistemas. Que algunos se declaren insurrectos será porque así los han programado personas inteligentes, pertenecientes a nuestra especie, el Homo Sapiens. Otra cosa es que muchos de esos inventores y programadores humanos, y Mefistófeles varios, lo que más tengan por horizonte es su orgullo (dominar) y su dinero (acumular). Las consecuencias, mañana. Pero no se puede parar. Ya sabemos que una máquina o criatura artificial escribe por ejemplo poesías, cuentos, ensayos, si le das pie. ¿Cuándo se van a declarar independientes esas máquinas o programas? Seguro que la Inteligencia Artificial llegará a aconsejar al usuario el mejor voto en unas elecciones. La máquina adivina el porvenir: el resultado electoral y lo mejor para la cartera del votante, y hasta del corazón que va debajo de eso. Con ordenadores que dictan así ya no hay lugar para la duda metódica, o cartesiana. Y aún menos habrá espacio para el arrepentimiento. El mundo que es ansí.