viernes, 11 de marzo de 2022

EL CANGREJO ATÓMICO

 Las luces, las de la Ilustración, demoran su llegada a este mundo. Hay quien esgrime lo nuclear como si fuera un ingrediente de cocina. Una pizca de pimentón y luego todos calvos, se supone. Una vez estuve filmando en Trinity Site, el lugar donde exploró la primera bomba nuclear del mundo. Está dentro de una base norteamericana en el desierto Jornada del Muero (Nuevo México). La primera bomba atómica de la Historia (la del 16 de julio de 1945) produjo un cráter espectacular, fundió tierras y arenas  hasta hacer una nueva gema verdosa.  Fue el prólogo antes de tirar los dos ingenios sobre Hiroshima y Nagasaki. Oppenheimer, el padre  de la bomba, al ver cómo salía el primer hongo atómico, y su pulcra devastación, no tuvo mejor idea que citar al respecto un verso del Bhagavad Gita, el libro sagrado del hinduismo: “·Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Lo increíble es que  ahora se siga hablando con naturalidad de tener bombas atómicas, ojo todo el mundo. Pero sólo tenemos un planeta, y un tanto machacado ya. ¿Hay quien quiere retroceder al hueso que lanza un homínido contra el cielo en la película de Kubrick? El cangrejo nuclear corre hacia atrás, para apagar todas las luces.  Hay que pararlo.

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4 comentarios:

PF dijo...

Buenos días,

Se escucha a menudo, ¡el mundo está loco!, pero ¿no somos nosotros los locos?... ¿quiénes dejan una naturaleza destrozada, estropeada, deteriorada?, ¿quiénes sustituyen los molinos quijotescos por eléctricos?, todavía existe alguien a quien sorprenda que ni siquiera se avisten las cigüeñas por San Blas y que ni un milagro haga retornar las golondrinas de Bécquer, esas, seguro, que no volverán, quedaron guarecidas junto con la paloma de la paz, que negra estará de tanta polución.

Mientras transitamos desde esas luces ya fundidas de la ilustración, al realismo retratado en el cuento que bajo el título de “Resiste al Malvado”, escribió Palacio Valdés:

Sentado en uno de los bancos del paseo del Prado. Delante de mí jugaban unos niños. Hubo disputa entre ellos, y uno más fuerte maltrató a otro más débil. Este, llorando desesperadamente, se fue a buscar a otros amigos que jugaban un poco más lejos; vino con ellos, y entre todos tomaron cumplida satisfacción del agresor, golpeándole rudamente.
He aquí el compendio de la sociedad humana—me dije—, he aquí sus fundamentos. El delincuente, la víctima; después, la justicia reparadora. Este niño, si hubiera podido devolver los golpes recibidos, no habría acudido a sus compañeros, los cuales, en este caso, no significan otra cosa más que una prolongación de sus brazos vengadores. (...)
.

Por desgracia, en este desorientado mundo, la única que posiblemente estaba acertada era la paloma de Alberti, y así, el sur fuera el norte, el agua fuera trigo y la mañana tal vez, noche…sólo queda repetir en pro de nuestro bienestar om mani padme hum, que mientras los molinillos sean manuales o mentales, espero, no nos los podrán quitar.

Un saludo,
Patricia Fernández

B Fernandez dijo...

Parece que la rueda sigue girando y como casi siempre todo bien engrasado por oro, petróleo, gas, cereales, coltán, … el poder y sus máscaras. Grandezas y sobre todo, y también sobre todos, miserias. Destrucción y muerte a la hora del informativo, todo ello aderezado con expertos varios y poco después el concurso de moda en el que competimos por el último modelo de teléfono o de ordenador, con el que tal vez, hagamos lo mismo que éramos capaces de hacer hace 20 años, pero es el más supertecnológico y el menos contaminante, que para contaminar ya está el hongo atómico. Estamos en este lado del mundo, del espejo o de la caverna, tratar de encender una cerilla, tal vez, sea demasiado herético o cuasi imposible porque puede hacer bajar algún bitcoin.

Recordar nuevamente a Lévi-Strauss en Raza e historia nunca está de más: “La diversidad de las culturas humanas está detrás, alrededor y delante de nosotros… La única exigencia que podemos hacer valer a su respecto (creadora para cada individuo de deberes correspondientes) es que se realice dentro de una diversidad en que cada forma contribuya a la mayor generosidad de las otras.”

Puede ser que las cosas inhumanas sean unas de las que más nos definen como humanos. En todo caso, infortunii viventem, al menos podemos intentar que una pátina de estoicismo nos ayude a llegar un poco más allá.

Saludos,
Benito Fernández

Luis Pancorbo dijo...

Qué bien, Patricia, que nos traigas el recuerdo de la paloma de Alberti. Se equivocaba, pero al revés. El poeta veía lo relativo del mundo, según se mire. Pero, claro,, ahora se está en los bandos, en quien se lleva la supremacía, el poder, el dinero, y el aceite de piedra, el de girasol, y el átomo alegre. Hay quienes dicen, porque no saben qué decir: “LO mejor es apagar la televisión”. O sea, no salir de la caverna. Y si esto fuera África, enterrar la cabeza bajo la arena.
Un abrazo
L.

Luis Pancorbo dijo...

Tu enfoque, Benito, es certero como siempre. Por un lado se quiere salvar el planeta y por otro se mata a la gente, con balas, con hambre, con injusticias, con enfermedades… Están construyendo un mundo feliz a base, por ejemplo, de olvidar África. Las pateras naufragan, qué se le va a hacer. La luz, hija del gas, es un bien para ricos y elegidos. Los demás al candil y a la manta. Hay organizaciones, entretanto, que luchan como Survival, para impedir que vaya adelante el plan de preservar el 30 por ciento del planeta. Salvar al menos ese cacho de la destrucción. Pero ese trozo no es ni de lejos el que les corresponde a los pueblos indígenas. ¿Dónde están sus títulos de propiedad, señor notario? En el fon del mar, matarile.
Y así. Lérvi-Strauss buscaba la ecuanimidad entre diversas culturas. Y la generosidad hacia los otros.
Ahora sólo se respeta a los diversos países poseedores de bombas atómicas, la lámpara de Aladino, que no de Voltaire o Diderot.
Un abrazo
L.