sábado, 23 de julio de 2022

HOMO SAPIENS Y FUEGO

 Esperemos que a este paso no tengamos que colocar árboles de zinc para repoblar los bosques perdidos. En Yibuti, Cuerno de África, ponen palmeras metálicas para adornar su achicharrada capital. En ese país es donde más calor ha pasado uno, especialmente en el lago Assal, cerca de la Depresión Danakil donde sobreviven los afar con temperaturas de 60º a la sombra. En muchos puntos de aquí andamos por los 40º, y con tendencia al alza. Yuval Noah Harari en uno de sus recientes y exitosos libros pone el dedo en la llaga del Homo Sapiens, el rey del fuego y de todo. Pero si uno ve a los grandes depredador3es, por  ejemplo a los leones, no hay duda de que han alcanzado a su modo un punto de orgullo existencial en la cadena evolutiva. ¿Y el Homo Sapiens, dueño de la Biotecnología  y de la Inteligencia Artificial, y de  todo en general?  Harari cree que sin duda el Sapiens es el rey del mundo, pero no sin rasgos como los de esos dictadores bananeros que compaginan su poder absoluto con una serie de contradicciones anímicas y ansiedades, aparte de su paquete de infamias. Y así nos va porque los mandamases bananeros se reproducen en muchas escalas del gobierno de este mundo, y su uso del poder ya vemos que ni siquiera pone tiritas al cambio climático. Vuelven los grandes fuegos y ni siquiera sirven para asar una pata de cuervo. Es el fuego sin control ni necesidad, como el de los antiguos dioses beodos. O la calamidad, la inevitable, como se dice ahora: el Sapiens no puede con ella.

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6 comentarios:

B Fernandez dijo...

Todo no se repite, pero rima. Puede que nada se repita como a finales del siglo XIX y principios del XX, pero parece que muchas cosas riman. Ya Nietzsche a finales del siglo XIX, proclamó la muerte de las grandes teorías de su tiempo, repudió la deshumanización de la ciencia, señaló como los seres humanos en muchos casos abrazan con entusiasmo sus propias cadenas y denunció la sutileza y malicia que se ejerce desde el poder… En fin, ¿Podemos pensar ahora en algo parecido? ¿Se vislumbran nubarrones en el horizonte?

Mientras cosas como la agenda 2030, el coche eléctrico, la granja vertical más grande del mundo estrenada en Dubái parecen copar y eclipsar a las temperaturas que deben soportar los afar. Esta globalización parece no tener sitio para otras gentes y formas de vida pero “haberlas haylas”, lo otro existe, y en muchos casos cabe preguntarse ¿Qué es la riqueza? ¿Tener petróleo, supercomputadores, granjas verticales es riqueza? ¿La educación y el conocimiento pueden ser riqueza?

Para riqueza y pobreza, tal vez, será mejor recurrir a Neruda:

La pobreza
ay no quieres,
te asusta
la pobreza,
no quieres
ir con zapatos rotos al mercado
y volver con el viejo vestido.
Amor, no amamos,
como quieren los ricos,
la miseria. Nosotros
la extirparemos como diente maligno
que hasta ahora ha mordido el corazón del hombre.
Pero no quiero
que la temas.
Si llega por mi culpa a tu morada,
si la pobreza expulsa
tus zapatos dorados,
que no expulse tu risa que es el pan de mi vida.
Si no puedes pagar el alquiler
sal al trabajo con paso orgulloso,
y piensa, amor, que yo te estoy mirando
y somos juntos la mayor riqueza
que jamás se reunió sobre la tierra.

Que las temperaturas veraniegas nos permitan, a pesar de todo, seguir viendo el bosque.

Un saludo,
Benito Fernández

PF dijo...

Buenas tardes,

Los animales en su mayoría depredan para vivir o sobrevivir, que en muchos casos, es lo mismo, ¿verdad?, los humanos mal que nos pese, y aunque sean la minoría, para malversar, abusar o enriquecerse, mientras las consecuencia de estos atropellos ambientales, son pagados por la gran mayoría en forma de elevadas temperaturas, lluvias cada vez mas intensas y grandes incendios que arrasan nuestros montes con la desesperación de sus habitantes en sofocarlos y salvar no sólo sus pertenencias sino sus modos de vida, eso si que parece, por desgracia, una especie en extinción. Aunque nos topemos con muchas piedras en el camino, y parafraseando a Pessoa, ¿Piedras en el camino?, las guardaré todas, algún día construiré un castillo

Y hablando de piedras, se cuenta que en Blimea, perteneciente al concejo de San Martín del Rey Aurelio, había una enorme en la fuente La Carbonera con una inscripción que ponía: «Dame la vuelta y verás, lo que debajo hallarás», pensando en grandes tesoros un día se juntaron varios paisanos y consiguieron darle la vuelta, pero en lugar de riquezas, se toparon con otra inscripción que decía «Gracias a Dios y alabado, que ya estoy del otro lado».

Mientras intentamos movernos en el lado correcto de la vida, que cada Homo Sapiens sea libre de elegir pasar este verano construyendo o deconstruyendo sus castillos, aunque sean en el aire.

Un saludo,
Patricia

Luis Pancorbo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luis Pancorbo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luis Pancorbo dijo...

Quedan pocas dudas, supongo, de que el mundo ya cambió para siempre, con sus viejos paradigmas, y aún no nos hemos enterado.
Dices bien, como siempre, Benito, y con el fantástico Neruda que no sólo hacía odas a la alcachofa, recordando que los pobres no quieren ser pobres. Les gusta más la miseria a los ricos porque así presumen y comparan. El asunto es, indudablemente, la desigualdad instalada como si fuese una tuerca más que divina en el sistema gravitacional de nuestro mundo. A esa playa, llena de medusas muertas, han acabado llegando las ideologías y las esperanzas. Sólo hay tiritas para la desigualdad, y ya está tan cuajada como el granito. Hay intentos, pamemas, exorcismos, sí, pero a ver quién echa una mano a los afar y a los espñaoles que no pueden permitirse un pingüino, y menos aire acondicionado, aún sabiuendo que el clima desbocado sólo ahora empieza a enseñar la patita. Ya hemos conseguido los cuarenta grados con toda normalidad, así que a quemar bosques y cerebros.
Pero no hay problema. Hay que hacer una Comisión. Y crear un Ministerio, por ejemplo de la Verdad. Y repartir a los pobres galletas y cornetos derretidos.
Y por cierto, aciertas, Benito, y más, cuando dices que Nietzsche tenía razón. Y antes Diderot. Y Lucrecio, tan antiguo, conoció la naturaleza de las cosas atómicas. Tanto, pero aquí estamos baranjado si a este paso habrá que irse a Alpha Centauri o por allá.
Un abrazo
L.

Luis Pancorbo dijo...

Qué acertado el poema de Pessoa que nos traes, Patricia: la resolución de hacer castillos con las piedras que nos ponen en el camino.
La imagen es tan poderosa como la entraña del arte, o del genio, que le sobraba al poeta portugués.
Respecto a que podamos levantar las piedras de las amenazas del nuevo mundo, es otra cuestión. Este ya es de sobra el bravo nuevo mundo donde algunos siguen yendo descalzos o en carreta y otros -de aquí a nada- en coches automáticos que se conducen solo.Pobres autoescuelas y guardias ávidos de poner multas de tráfico.
En realidad, Patricia, esto está diseñado para lo que nos dijiste el mes pasado a cuenta de Alberti y su libro de poemas inéditos "Nueva temporada en el infierno". Lo ha editado Manuel Francisco Reina en una editorial de Málaga, y es para quedarse de piedra esa postrer lucidez de Alberti, habiendo visto y vivido tanto, al regresar a la indecisa y confusa España tras la muerte de Franco.
En cierto modo es un libro para notar que el futuro no pintaba bien.Un sentir muy intuitivo y hondo de un gran poeta.
Por cierto Alberti, ya sabes, no dudó en rehacer el título de Rimbaud "Una temporrada en el infierno". Rimbaud conocía el averno de verdad, la máxima pobreza, la degradación, las drogas absolutas y el contrrabando de armas, y encima vivido en el Cuerno de África, en Yibuti y Etiopía donde hasta la Luna parece un lugar más aireado y arbolado que aquello.
Y qué bien, Patricia, ese concejo tan total que citas, el de San Martín del Rey Aurelio. Sólo con su nombre es qs que ni Avalon.
Un abrazo
L.