sábado, 3 de agosto de 2024

UN VIAJE A LAS PERSEIDAS

 El cielo. con sus maravillas y extensiones, no hace siempre más que empezar. Urano, parte del sistema solar, anda a 2.723 millones de kilómetros de la Tierra. Como diría el profesor Otto Lidenbrock en “Viaje al centro de la Tierra”, de Julio Verne, no prestamos la debida atención a lo que tenemos debajo. El mero centro de la Tierra apenas dista 6.271 kilómetros de nuestras suelas. Es casi la distancia que hay entre Madrid y Puerto Rico. Otra cosa es que el espacio sea más abordable. Y toda una inversión para negociantes visionarios como Elon Musk. El centro de la Tierra tiene temperaturas inasumibles mientras los minerales de la Luna, Marte y… sólo están esperando a que alguien los rebañe.  Nosotros en agosto propendemos por la conquista personal de las Perseidas, o Lágrimas de San Lorenzo. Son esa abundante cosecha de estrellas fugaces que sólo cuesta abrir los ojos en la noche y hacer un viaje, que no será tan azaroso como el de Verne. Tampoco se necesita entrar por el volcán islandés Snefells y salir por el italiano Stromboli. Pero ir con nuestros ojos a las Perseidas refresca la imaginación, pese a la carga de injusticias, desigualdades, y algunas esperanzas, que se han ido pegando a la Antropología terráquea.

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5 comentarios:

PF dijo...

Buenas tardes:

Y así andamos este agosto, entre sainetes, entremeses o esperpentos varios, depende del día y la duración de las noticias, ya que vamos entre juego y juego, cada vez más “citius, altius, fortius', pero como decía Bioy Casares: “La vida es una partida de ajedrez y nunca sabe uno a ciencia cierta cuándo está ganando o perdiendo”.

Recordaré este breve cuento, pero no tradicional, más bien universal de los cuentos breves y extraordinarios, reinterpretación de Borges y Casares (o viceversa), titulado “La aniquilación de los ogros”:

La vida de una tribu entera de ogros puede estar concentrada en dos abejas. El secreto, sin embargo, fue revelado por un ogro a una princesa cautiva, que fingía temer que éste no fuera inmortal. Los ogros no morimos, dijo el ogro para tranquilizarla. No somos inmortales, pero nuestra muerte depende de un secreto que ningún ser humano adivinará. Te lo revelaré, para que no sufras. Mira ese estanque: en su mayor profundidad, en el centro, hay un pilar de cristal, en cuya cima, bajo el agua, reposan dos abejas. Si un hombre puede sumergirse en las aguas y volver a la tierra con las abejas y darles libertad, todos los ogros moriremos. ¿Pero quién adivinará este secreto? No te apesadumbres; puedes considerarme inmortal.
La princesa reveló el secreto al héroe. Este libertó las abejas y todos los ogros murieron, cada uno en su palacio.


Dado que decía Borges (…) “la eternidad espera en la encrucijada de estrellas”, aguardaremos a que las lágrimas de San Lorenzo nos dejen atravesar el espejo, pues ya sabía Alicia que la lógica no siempre tiene sentido cuando se trata de entender el mundo.

Buena lluvia, un saludo.
Patricia

B Fernandez dijo...

Es el punto álgido de las serpientes de verano, pero parece que nuestras tinieblas siguen más vivas que nunca, las tinieblas siempre pueden recordarnos a Conrad, especialmente en estos momentos que se cumple el centenario de su muerte, en La línea de sombra podemos leer: "... De vez en cuando se levantaba una brisa variable y engañosa, que sólo despertaba nuestras esperanzas para hundirlas acto seguido en el más amargo desengaño..."

A pesar de esas aparentemente maravillosas tecnologías espaciales y sus más singulares gurús ¿Cambian en algo nuestras tinieblas? Conrad una vez más: "...Una vez allí me abandonó el entusiasmo. La atmósfera administrativa es de tal naturaleza que mata todo lo que vive y respira energía humana, y es capaz de apagar la esperanza, como el temor, bajo la supremacía de la tinta y el papel..." hoy podríamos decir bajo teclado, ratón y pantalla.

Realizaba Gustavo Bueno a propósito de su libro El mito de la cultura una cita de la recomendación de Epicuro a uno de sus discípulos: “… por si acaso alguien encontrase en ella ocasión para explorar nuevas «formas de vida», no ya «volviendo a la Naturaleza», sino simplemente al mundo que envuelve, a la vez, a la Naturaleza y a la Cultura: «Toma tu barco y huye, hombre feliz, a vela desplegada, de cualquier forma de cultura.»…”

Sobreviviendo a esta canícula, claro está, en este hemisferio parece bueno concluir con dos expresiones atribuidas a Pierre Bayle, pero que bien podrían ser de Lord Jim: No hay nada tan peligroso como una verdad mal entendí y las verdades no deben ser aceptadas sin cuestionarlas.

Un Saludo,
Benito Fernández

Luis Pancorbo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luis Pancorbo dijo...

Conrad es el mejor patrón, Benito, para evitar los escollos de la inconsistencia que nos aflige. Conrad es tan brillante -pese a su etiqueta de tenebroso- que en realidad nuestro mundo moderno no hace más que repetirse, como si estuviera saliendo por fin de un marasmo y en cambio por doquier estallan los viejos pantanos. La condición humana está más regulada, pero no cauterizan sus morbos. Ni las consabidas simulaciones. O sea, de victoria en victoria hasta la concordia antropológica final. Todo resuelto para todos. Depende. Llueve en Santiago de Chile, y hace frío, o sea, según el hemisferio y la casilla que te toque en él. Por eso es muy positivo que en agosto las Perseidas sean gratis. Así como pedir deseos, que no está prohibido.
Buen verano, Benito, y un abrazo
L.

Luis Pancorbo dijo...

Gracias, Patricia, por desearnos la lluvia, aunque no sea de estrellas, pero también. Y por traernos, además de la conjura de los ogros, la maestría del ciego Borges que veía hasta entre las líneas más finas del espacio tiempo, si eso es al final lo mejor para definir otra Física. Igual la de Alicia, como bien dices, es más coherente. Pero Borges se mojaba: “…la eternidad espera en la encrucijada de estrellas”. Borges debía intuir que tras esa frontera de nuestro sistema solar, allende el Cinturón de Kuiper, se acaba eso, nuestra luz conocida, pero empieza la tiniebla que ni se sabe que es, que guarda y dónde acaba. O no.
Las Perseidas son nuestros perros Lazarillos de agosto: tan breves indicándonos al fin el camino.
Todo lo mejor, Patricia, además de orballu.
Un abrazo
L.