Confiemos en que la nave del 24 no sea una versión con más gigas de la que pintó El Bosco a finales del siglo XV. “La nave de los locos” era un tema de gran éxito entonces, Una nave gobernada por la escoria, y que iba sin rumbo. Y con un mástil que en realidad era un árbol de mayo con una cabeza de diablo entre las ramas. Hoy sólo tenemos dos guerras abiertas e incontables guerras subterráneas destinadas, como de costumbre, a sojuzgar y explotar gente. Desigualdad y cambio climático amenizan el crucero. Por lo demás todo va bien, señora baronesa.
4 comentarios:
Buenas tardes,
Qué opinaría Sebastian Brant si levantara la cabeza en este siglo, cuando hace más de quinientos años ya pensaba que en su nave cabíamos todos, pues pocos cuerdos había, si viajara a nuestros tiempos modernos, a nuestro mundo cuasi artificial, cada vez menos humanizado y más belicoso que nunca ¿fuimos alguna vez cuerdos? ¿lo seremos? Al empezar un nuevo año, la nave no parece que vaya a enderezar su timón, para llevarnos a un país Nunca Jamás, más bien el final parece acercarse al país Siempre En absoluto.
Aún a riesgo de ser aburrida recordando a Viviane Forrester, suya es esta frase de su libro “El crimen occidental” en la que parece claro que por mucho que pase el tiempo las cosas ni se crean ni se destruyen, en muchos casos, sólo puede que aparentemente se transformen:
“Véanlos agredirse, matarse entre ellos, judíos y árabes y después israelíes y palestinos bajo la mirada de un Occidente condescendiente, liberado, que se presenta como árbitro de sus hostilidades. Un Occidente desprendido, simbólicamente al menos, de su preocupación obsesiva, preocupación que vemos trasplantada, metamorfoseada, impuesta en otro contexto, otras geografías, absorbida en luchas que le son ajenas. Un Occidente que de tal modo espera desembarazarse de los acosos de su propia historia, capaz de considerar prescrito el horror del genocidio nazi y del consentimiento y la indiferencia que lo habían acompañado, frente a una tragedia nueva de la que podía y puede todavía tener la pretensión de no considerarse responsable”.
Recordar como escribió Brant que: (...) No hay un hombre sin una grieta, y nadie puede pretenderlo; nadie está exento de locura, nadie vive del todo cuerdo. Así que solo cabe para este 24 esperar que el barco no se escore demasiado y poder retomar un buen rumbo, aunque nos quedemos siempre como marineritos en tierra.
Un saludo,
Patricia Fernández
El economista Douglas Dowd escribía en el 2000, y ya ha llovido, acerca de la teoría neoclásica: “… no se trata de economía, sino que presenta un elaborado disfraz ideológico, que como tal resulta mucho peor que si fuese inútil… Considerando los costes humanos y sociales pagados en el pasado, a los que ahora habría que añadir los medioambientales, consentir que persista bordea la locura…” ¿Cabe ver algo más que gigas, inteligencia artificial u otros disfraces? ¿Se puede vislumbrar ideología?
Lévi-Strauss escribía en Raza y cultura: “… por un lado la civilización occidental, según la expresión de M. Leslie White, procura incrementar continuamente la cantidad de energía disponible por habitante, y por otro, proteger y prolongar la vida humana. En resumidas cuentas, se puede considerar que el segundo aspecto es una modalidad del primero… también se admitirá de entrada que estos caracteres pueden ir acompañados de fenómenos compensatorios que sirvan, de alguna manera, de freno, como las grandes masacres que constituyen las guerras mundiales, y la desigualdad que preside la repartición de la energía disponible entre los individuos y las clases…” Una especie de contradicción, ¿es el avance de nuestra civilización a la vez la causa de sus males?
Aunque también escribía: “… nada de esto pretende negar la realidad de un progreso de la humanidad, sino invitarnos a concebirlo con más prudencia...” No parece, que la prudencia impere mucho, al menos en el comienzo de este 2024.
Un saludo,
Benito Fernández
Es verdad, Patricia, el llamado Occidente se está quedando como la “animula, vagula, blandula…” del propio poema del emperador Adriano. Todo es conmiseración propia y ajena, lamento postrero, mucha carátula, y un poco de mazapán para pasar el mal trago de un mundo en guerra. Y en creciente injusticia. Y con todo, los países alineados como BRICS (Brasil, Rusia, India, China…), siguen buscándose con cierto éxito la vida. Ya supera los tres mil doscientos cincuenta millones de personas, más del 40% de la población mundial. No parece la suya una influencia irrelevante y menos por su más que posible crecimiento. Occidente, lo que sea aún esa amalgama de dinero y poder, ya tiene puesto ese aviso de que otro mundo es posible, al menos para sentarse a la mesa. Entretanto menos mal que se ha ganado otra Navidad opípara y ahora los gimnasios occidentales vuelven a estar llenos en espera de las próximas vacaciones. ¿Y el lobo? Esa es la pregunta: ¿quién es el lobo?
Feliz año. Un abrazo
L.
Como sabes, Benito, el propio Lévi-Strauss me dijo un día que él no era enemigo de nuestra civilización, ni del progreso obtenido. Otra cosa es que él fuese a abjurar de s relativismo cultural, que no es lo mismo que relativismo moral, como algunos quieren embarrar el discurso. Eso y más aparece en “Oración de relativo”, un episodio de la serie “Otros Pueblos” que hice en TVE. Pero lo cierto es que el triunfo occidental, sin necesidad de ponerle las consabidas etiquetas de capitalista, cristiano…, desde luego no ha culminado su éxito con la desaparición del hambre en el mundo, ni con el respeto definitivo a los derechos humanos, ni con detener el colonialismo solapado y hasta el delictuoso derretimiento de los hielos, no sólo en el vaso siempre medio lleno de este medio mundo feliz. Y así la nave va…
Feliz año. Y un abrazo.
Luis
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