Un terrible
manto de barro sigue cubriendo la tragedia de Valencia. La culpa es del cielo. Este lunes 11 de
noviembre empieza el verano de San Martino, “cuando todo mosto se convierte en
vino”, como dicen en Italia. Martin de Tours era un soldado romano en la Galia
que partió su capa con la espada para que se resguardara un mendigo de una gran
lluvia. El milagro fue que así paró el temporal y desde entonces, envuelto en
los pliegues del clima, se celebra esta vuelta atrás del tiempo. Un indian
summer, en otros sitios. En Dinamarca
eso es más difícil, pero ese país acaba de devolver a Brasil el fabuloso manto
rojo de los indios tupinambás. Es una restitución,
y no de justicia poética. Se trata de una importante pieza ritual que fue sacado
de Brasil hacia Portugal y acabó en el Museo Nacional de Dinamarca. Un viaje
colonial y crematístico de hace medio milenio. La capa está hecha con cuatro
mil plumas de ibis escarlatas. Al
recibirlo Lula, el presidente brasileño, en el Museo Nacional de Río de
Janeiro, lo ha dicho: “Para nosotros es una obra de arte. Para los tupinambás
es una entidad”. Valores que a veces, por fortuna, se rescatan de la riada de
los tiempos.