El cambio al
que asistimos en este mundo más parece una remodelación a gran escala. Cambian
muchos parámetros en una era que ya es digital aparte de planetaria. Cambian rápido alianzas, gobiernos y bloques, y
de momento no saben remediar los grandes agujeros de la desigualdad ni del
propio clima. Está claro, al menos, que sube el calor en los mares y en las
mentes. El señor Gulliver, el viajero de la novela de Swift era lúcido, osado,
y al tiempo muy templado. Hace ya trescientos años que Gulliver encontró a los liliputienses
y a los gigantes. Allí y en más sitios Gulliver notó que la naturaleza humana
no es tan diversa como parecería a simple vista. La codicia, la tiranía, la
simulación, la envidia, nunca fallaba la vieja retahíla. La vieja sátira
triste. Sólo al final Gulliver encontró, allá por la Nueva Holanda -Australia- la isla donde vivían los houyhnhnm, caballos
de más fino raciocinio que los yahoo, los hombres. Los humanos eran los siervos
y los caballos los amos, pero destacando como los seres más ecuánimes que nunca
vio Gulliver en sus viajes. Allí, y con ellos, Gulliver cargó sus baterías de
esperanza, algo más escaso que el litio.