sábado, 16 de julio de 2016

UN POCO DE CAOS (MENOS EN ESPAÑA)

Parece claro que el calor español afecta a la política. Se miden los días que faltan para una investidura, pero también para las vacaciones. Respetar agosto es la consigna patria: hasta cierran los tribunales, la máquina de la justicia, que es como decir que España queda suspendida. Naturalmente el impasse no se va resolver únicamente con una investidura, ni con un gobierno a regañadientes, fingiendo sus miembros cuánto se aman y respetan. Se delinea un gobierno para salir del paso, lo cual aproxima mucho la situación a una especie de gobierno de gentes sacrificadas en el altar del calor. Y a por unas nuevas elecciones. Si no son este año, serán al siguiente. Las tensiones inter-partidos (puestos y gabelas) e ideológicas (cambio o disimulo) no se pueden resolver de una forma profunda si no hay una decantación electoral terminante. ¿Y el pacto? Sí, claro, hay pactos, pero también hay chapuzas, y deseos infinitos de muchos políticos (con familias y allegados) de tocar por fin el sillón y la consiguiente pasta nacional. Es evidente que aún se necesita una vuelta de maduración para el electorado. ¿Queremos de verdad el cambio o una mano de pintura? Mientras tanto sería vital tener políticos "humanos y serios", como reivindica el gran crítico George Steiner en sus conversaciones con Laure Adler (Siruela, 2016). De lo contrario volverá a ganar el idiotés. Y el mundo (incluida la España feliz de los 70 millones de turistas anuales) no está para más de esa especie. "En Aristóteles, el idiotés es una persona que se queda en su casa y deja que gobiernen los bandidos".  Los bandidos ocupan el ágora y el idiotés se recluye en su casa y negocios. Y así va.


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