Siempre que llega la canícula de agosto España se retrae como un caracol. Es el tiempo triunfal del chiringuito. Los juzgados cierran, los políticos ya se han ido, y en general no hay ganas siquiera de apelar a la necesaria regeneración. Los españoles mirando el mar se preguntan: ¿Cómo van a regenerar este sistema los mismos que lo corrompen? Ciertamente va a ser difícil dar una mano de pintura a la degeneración. Igual se podría importar, y poner como nueva consigna patria, el dicho quechua de: "Ama sua, ama llulla, ama quella", "No robes, no mientas, no seas holgazán". Pero si se cumpliera, de paso igual habría que inventar otra nación de naciones.
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