martes, 2 de julio de 2013

UN QUANTUM DE CONSUELO

Un quantum, o si no algo, de consuelo se necesita cuando aprieta el calor de España y los problemas se congelan. Todo queda para septiembre o para nunca. Los indios kogi, desconsolados en la Sierra Nevada de Colombia, un sitio prodigioso junto al Caribe pero demasiado cerca del mundo moderno, pensaron que todo es dual, y el bien y el mal, el día y la noche, el hombre y la mujer están sujetos a transiciones que los unen en un tejido continuo. Occidente, el nuestro, quiere romper con todas esas cosas al grito de sálvese quién pueda. Pero como recuerda Dennis Overbye, en el New York Times, hay que buscar una migaja cuántica de consuelo o al menos de relativismo. Ya decía el cuántico Niels Bohr que "una gran verdad es una afirmación cuyo contrario es otra gran verdad". En España abundan los que prefieren el mar a la montaña, y creen que la corrupción de un partido es más clemente que la de otro partido, así como el propio equipo de fútbol es infalible y la Virgen patrona del pueblo es la mayor de todas. Somos un país de infalibles, y de papables seguramente. Pero todo oscila más bien, hasta la luz que no es una partícula sino una onda, y luego habría que tener claro que hay yin y yang, libre albedrío o destino, cambio o eternidad... Lee Smolin, físico teórico, ha publicado Time Reborn realimentando el debate sobre si el tiempo es algo real o es una ilusión. Viendo la vida pública española, su fango, su falta de soluciones para un saneamiento, no hay más remedio que disfrutar lo que se pueda, sin perder el hilo crítico, y preguntarse, en una noche de verano, ¿la vida es inevitable o un afortunado accidente? ¿El universo es finito o infinito? Ya hay quien sostiene que el Big Bang es una 'inflación eterna'. Un quantum de consuelo (el inglés solace que no es igual que el hispánico solaz) está al alcance de todo el mundo, aunque aquí el que no se consuela no es porque no quiere. Es porque no le dejan.

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